El remedio de Dios
Dios actúo sobre la esencia misma del problema del hombre dándole un remedio absoluto, completo, eficaz y final.
La primera parte de este remedio es el perdón de pecados.
El hombre estaba bajo el juicio de Dios, sin Dios ni esperanza, sin posibilidad de la ayuda de Dios, condenado, incapacitado, ciego, muerto y Dios lo ha bendecido con “toda bendición espiritual... en Cristo”.
La primera parte de esta bendición es lo que anunció Juan el Bautista tan emocionado. El estaba hablando y de pronto ve que viene Jesús:
Juan 1:29 "El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo".
Por esto cuando José y María llevan al niño Jesús a la típica presentación del hijo mayor que se hacía en el templo de Jerusalén.
Allí estaba un hombre llamado Simeón. El por un milagro del Espíritu Santo entiende que ese niño era el Salvador:
Lucas 2:25-32 "Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él.
Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor.
Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo:
Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz,
Conforme a tu palabra;
Porque han visto mis ojos tu salvación,
La cual has preparado en presencia de todos los pueblos;
Luz para revelación a los gentiles".
“han visto mis ojos tu salvación”
“salvación” (“soterión”)
“Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz” (vers. 29). O sea, “ahora ya me puedo morir tranquilo”.
¿Por qué decía esto Simeón? ¿Qué es lo que le había sucedido que ya no le importaba si vivía o moría? ¿Qué fue lo tan grandioso que le sucedió a Simeón en ese templo que valiera más que su propia vida en este mundo? ¿Qué le sucedió?
Vio con sus ojos la “sotérion” de Dios. Dijo: “Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra, porque (aquí está la razón) han visto mis ojos tu ‘sotérion’ salvación”. Sus ojos estaban viendo la “sotérion” de Dios.
Y había comprendido de tal manera el valor de aquello que para él significaba más que su propia vida.
Si vivía o moría era insignificante comparado con aquella Salvación.
Si continuaba viviendo significaba que ese niño le permitiría disfrutar de esa salvación en su vida. Su vida ya no sería igual en absoluto. Aquel niño cambiaría por completo su vida. Si moría disfrutaría, gracias a esa salvación, del reino eterno de Dios.
Ya vivir o morir era secundario. Ahora sus propios ojos estaban viendo la “soterión” de Dios.
Conclusión
Ahora la pregunta es ¿donde encuentras seguridad? ¿donde buscas la solución a tus problemas?
¿En la autoestima?
¿Te sientes bien solo cuando tienes una buena imagen de ti mismo? ¿Y cuando ves algún error en ti, alguien te hace ver un error o fracasas en algo, te hundes?
¿Cuando te ves bien a ti mismo piensas que Dios te ama y que tu vida va bien?
¿Vives afirmado en tus virtudes? ¿Tu alegría, tu paz vienen de verte bien a ti mismo, y cuando fallas te vienes abajo?
¿Es difícil mostrarte un error porque enseguida te justificas y te enojas con furia?
Eso es porque el aceptar tus errores te desanima, porque tu vida no está en Cristo, tu gloria no es la obra de la cruz, sino tus virtudes, tu obra.
El que está en Cristo, cuya gloria única es la obra de la cruz, cuando alguien le señala sus errores agradece porque él mismo quiere verlo para agradar a su Señor. El sabe donde depositar todo eso: El sabe donde hay perdón perfecto.
Su vida está en la cruz:
Colosenses 3:3 "Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios".
Gálatas 6:14 "Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo".
Gálatas 2:20 "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí".
Como dice el himno de Isaac Watts:
“Mi fe pondría su mano
sobre esa querida cabeza suya,
mientras estoy como un penitente
y allí confieso mi pecado” (citado en “Hebreos”. Pag. 197. F.F. Bruce)
Por esto Hebreos 4:16 dice...
"Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro".
Hebreos 10:22 "Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura".
Luis Rodas
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Etiquetas:
viviendo diariamente en el propósito eterno
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