"Era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones" (Lucas 2:37).
Ana sufrió la muerte de su esposo siendo muy joven, y mantuvo su viudez por el resto de su vida.
En 1 Timoteo 5:5 el apóstol Pablo habla de mujeres como ella:
"mas la que en verdad es viuda y ha quedado sola, espera en Dios, y es diligente en súplicas y oraciones noche y día".
Y luego Pablo hace un contraste con otro tipo de mujeres viudas:
"pero la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta" (1 Timoteo 5:6).
Aquí encontramos una enorme diferencia: las dos mujeres sufrieron la pérdida de su esposo, pero una se refugió en Dios y la otra en este mundo.
Nos queda una pregunta para nosotros: ¿donde nos refugiamos en las adversidades?
Las adversidades son medios que Dios nos da, entre otras cosas, para impulsar nuestros corazones a EL en oración.
¿Cuando las cosas no salen como esperábamos aplicamos el "remedio" de distraernos por ahí?
A veces no necesariamente nos distraemos con cosas pecaminosas, simplemente el problema es que no podemos decir como David en el Salmo 62:1: "En Dios está acallada mi alma".
Tal vez no nos "entregamos a los placeres" como aquellas viudas de 1 Timoteo 5:6, pero ¿"esperamos en Dios, y somos diligentes en súplicas y oraciones noche y día" refugiándonos en nuestro Padre?
La Palabra nos insta a "orar sin cesar" (1 Tesalonicenses 5:17), esto no necesariamente significa que no hagamos otra cosa que orar en todo el día. Todos tenemos ocupaciones, responsabilidades, tareas dadas por Dios.
El "orar sin cesar" y "esperar en Dios" todo el día, incluye por supuesto momentos específicos donde derramamos nuestro corazón a Dios en oración, pero luego, lejos de olvidar lo que hemos clamado a Dios, permanece en nuestro corazón la confianza de que nuestra petición está en las mejores manos. Que si no hemos visto la respuesta aún es SOLAMENTE porque, o no es el momento, o eso que pedimos no encaja en el perfecto y eterno plan que ha trazado Aquel que busca siempre lo mejor de lo mejor para nosotros.
Si le preguntas a una persona que espera en Dios en oración qué sucedió con su adversidad, enseguida correrá en su mente a aquellas peticiones que hizo a Dios en cierto momento del día. Y su respuesta será en base a la confianza en que Dios oyó.
Ana corrió a Dios en su adversidad y dedicó su vida a EL.
¿A qué nos entregamos nosotros en nuestras tentaciones, días malos, sequedad, soledad?
Tal vez has criado tus hijos de forma que ahora te avergüenza. Quizás has dañado tu matrimonio.
Ahora ¿qué haces?
¿Simplemente te desanimas y no derramas tu corazón a Dios esperando que Dios obre haciendo lo que nadie más puede hacer, y dándote sabiduría para restaurar lo que hiciste mal?
¿Hablas mucho de tu problema a los demás?
Que el Señor nos ayude a tomar la misma perspectiva que el salmista:
Primero reconoce: "Conforme a tu fidelidad me afligiste" (Salmo 119:75).
Luego clama: "Sea ahora tu misericordia para consolarme" (Salmo 119:76).
Luis Rodas
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