Conozco muy de cerca el caso de una chica (hoy en día una mujer), cuya familia dejó de congregarse. Ella con apenas 14 años, decidió permanecer fiel a Señor.
Como sus padres no querían que continuara yendo a la Iglesia, le dejaron de dar dinero para transporte, pensando que por la distancia (unos 5 kilómetros), ella desistiría.
Lejos de detenerla, caminó ida y vuelta cada día hasta el lugar donde consideraba que Dios la había puesto. Y esto por años.
Algo un tanto similar encontré hoy leyendo la biografía del pastor puritano Thomas Boston (1676-1732):
"Thomas Boston fue despertado espiritualmente a los once años mientras escuchaba los mensajes de Henry Erskine sobre Juan 1:29 y Mateo 3:7.
Sin importar el clima, Thomas Boston caminaba entre unos 7 ú 8 kilómetros cada día de reunión para obtener alimento para su alma.
Más tarde escribió: 'En el invierno a veces me tocó ir solo, sin más compañía que un caballo para llevarme a través del agua del Blackadder, bajo un clima fuertemente helado. Lo recuerdo muy bien.
Pero esas cosas eran entonces fáciles para mí, por el provecho que encontraba en la predicación de la Palabra'”.
(“Meet The Puritans” Pag. 794 - Joel Beeke).
Luis Rodas
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