"¿Quién es el hombre que desea vida,
que desea muchos días para ver el bien?
Guarda tu lengua del mal,
y tus labios de hablar engaño.
Apártate del mal, y haz el bien" (Salmo 34:12,13)
Jonathan Edwards (1703-1758):
“Es importante observar, que para que un hombre pueda considerar que está obedeciendo a Dios, su obediencia no sólo debe consistir en negativas ('yo no hago esto ni hago aquello'), o en evitar prácticas impías. Sino que también debe practicar lo bueno.
Los pecados de omisión son tanto violaciones de los mandamientos de Dios, como los pecados de comisión. Cristo, en Mateo 25, representa a los de la izquierda, como condenados y malditos al fuego eterno, por los pecados de omisión: 'tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber’… etc...
Un hombre, por tanto, no puede imaginar que está obedeciendo a Dios, y está viviendo como cristiano, sólo porque él no es un ladrón, opresor, una persona fraudulenta, borracho, licencioso, ramera, alborotador, trasnochador, impuro, profano en su lenguaje, calumniador, mentiroso, furioso, ni malicioso.
Él falsamente por estas cosas puede pensar que su vida está marcada por el evangelio; pero, para ello, es necesario que él también practique un caminar serio, piadoso, humilde, manso, perdonador, pacífico, respetuoso, condescendiente, benevolente, misericordioso, caritativo y benigno. Sin tales cosas, NO está obedeciendo las leyes de Cristo. Leyes en las que EL y sus apóstoles insistieron abundantemente, como de la más alta importancia y necesidad.
De esta manera, para que un hombre pueda considerar que es un verdadero cristiano, es necesario que él persiga las ocupaciones e intereses de la religión y el servicio a Dios con gran seriedad y diligencia, como una obra de gran devoción, y que transforme esto en el principal asunto de su vida.
Todos los que conforman el pueblo de Cristo, no sólo hacen buenas obras, sino que, según Tito 2:14, son 'celosos de buenas obras’.
Ningún hombre puede servir a dos señores a la vez. Aquellos que son verdaderos siervos de Dios, serinden al servicio de EL, empleando allí todo su corazón y la prioridad de sus fuerzas.
Los cristianos en su llamamiento eficaz, no están llamados a la ociosidad, sino a trabajar en la viña del Señor, y pasan el día en hacer un gran y laborioso servicio.
Todos los verdaderos cristianos cumplen con éste llamado, y hacen la obra de los cristianos; la cual por todas partes en el Nuevo Testamento es comparada con aquello en lo que los hombres emplean su fuerza con la mayor seriedad, como correr, combatir en la guerra, luchar…
Todos los verdaderos cristianos son soldados buenos y fieles de Jesucristo, y pelean la buena batalla de la fe, porque, sólo aquellos que hacen esto, echan mano de la vida eterna.
Aquellos que golpean el aire nunca alcanzarán la corona de victoria.
El apóstol Pablo escribió: '¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio?’ (1 Corintios 9:24).
Los que son flojos y negligentes en su vida, aún no han ni empezado, ¿como pretenden alcanzar algo siquiera?”.
(“The Works of”. Vol. 1)
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