LA MANO DE UN RESCATISTA MIENTRAS VAMOS CORRIENTE ABAJO. Primeros pensamientos del día.


"Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios vivo"
(Salmo 42:2)

Los salmos 42 y 43 tienen tantas similitudes que muchos comentaristas bíblicos sugieren que en algún momento pueden haber sido un solo salmo.
Lo cierto es que los dos salmos presentan la misma situación: el autor sufre en manos de sus enemigos. Y más allá de todos los pormenores de este sufrimiento, la principal aflicción del salmista es que, por la situación, está físicamente lejos del templo y la adoración en él.
Es llamativo que de todos los dolores por las circunstancias, el salmista resalta la "turbación" (42:5) de estar lejos de "la casa de Dios" (42:4). 

Trasladado todo esto al Nuevo Pacto, sabiendo que ya no hay un lugar específico donde more principalmente la presencia de Dios y allí le adoremos de forma primordial (Juan 4:19-24); podemos pensar en enemigos internos y externos que interrumpen, apagan, combaten, nuestra fluida comunión íntima con Dios.

¡Necesitamos el mismo corazón del salmista! El valora la presencia de Dios y la comunión con EL por encima de TODO.
¿Todos aquellos enemigos internos y externos nos han abatido? Es hora de valorar a Dios por encima de todo y comenzar el regreso.
El salmista se encuentra lleno de "sed" (42:2), llora habiendo perdido la conciencia interna de la vida de Dios (42:3), como si EL lo hubiera abandonado (42:9; 43:2), se abate y se turba (42:5), siente que lo aplasta un río impetuoso de problemas y oscuridad (42:7), y se ve tentado a entregarse a la derrota (43:5).
¿Has pensado alguna vez que eres un total fracaso irremediable? ¿Has pensado que es mejor entregarte a la corriente porque nunca podrás salir de ella?
¿Estás así ahora?

Estos dos altamente provechosos salmos nos tienden la mano como un rescatista mientras la corriente nos lleva río abajo. Y nos gritan: "NO te rindas. Lucha. Pelea. Clama a Dios. EL es tu única posibilidad, y EL lo hará".
El salmista dice: 
"¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío" (43:5).
Clama a Dios con la misma desesperación del salmista: "Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo" (42:1,2).
Y aunque parezca que se tarda (42:6), debido a que el retorno de un corazón que se ha contaminado y desviado puede llevar un tiempo de búsqueda y examinación, EL enviará "su luz y su verdad; éstas te guiarán; te conducirán a su santo monte, y a sus moradas. Entrarás al altar de Dios, al Dios de tu alegría y de tu gozo; y le alabarás con arpa" (43:3,4).
¡Sin lugar a dudas nuestra mayor necesidad es Dios mismo en el centro de toda nuestra vida!
Necesitamos que nada interrumpa "el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu", para que Cristo sea el centro de nuestro andar diario y nuestros corazones vivan admirados y encendidos por "la anchura, la longitud, la profundidad y la altura" de las cosas sublimes de las que estamos hablando, y así ser "llenos de toda la plenitud de Dios" (Efesios 3:14-19).




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