“Y entraron en Capernaúm” (Marcos 1:22).
Estos sencillos pescadores acababan de dejarlo todo y estaban emprendiendo sus primeros pasos hacia Capernaúm junto a Jesús.
¿Cual era su seguridad ante semejante decisión?
La misma que debemos tener nosotros: si EL nos llamó, EL suplirá.
Cuán pocas misiones en el mundo tienen esta misma confianza.
Cuán pocos misioneros se lanzan a los países donde el Señor los envía confiando que EL será suficiente para sostenerlos.
Cuántas obras misioneras sólo son hechas si antes se encuentra alguna sociedad misionera que les envíe dinero cada mes.
Que ejemplo Hudson Taylor para nosotros hoy. Este misionero inglés en China en el siglo 19 escribió:
“No puedo enfatizar suficientemente la importancia de comprender el principio de trabajar con Dios y de pedir su ayuda en todas las cosas. Si el trabajo que hacemos está bajo la dirección de Dios, entonces podemos acercarnos a EL con plena confianza y pedirle los obreros que necesitamos.
Cuando el Señor nos haya dado los obreros podemos pedirle los medios necesarios.
Nuestra misión siempre acepta un obrero apropiado, no importa si tenemos los fondos para pagarlo, o no. Luego decimos: ‘Querido amigo, su primera tarea será orar con nosotros por el dinero'...
Nuestro Padre tiene mucha experiencia: EL sabe muy bien que sus hijos se levantan cada mañana con muy buen apetito, y siempre provee desayuno para ellos...
EL mantuvo a tres millones de israelitas en el desierto durante cuarenta años. Nosotros no esperamos que envíe tres millones de misioneros a China, pero si lo hiciera, tendría suficientes recursos para sostenerlos a todos"
(“On Spiritual Secrets”).
Luis Rodas
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Primeros pensamientos del dia
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