El gozo de congregarse - error 2 CULTIVANDO UN CARÁCTER PIADOSO



“El Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús,
para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 15:5,6)

Es imposible explicar la actividad de gran parte de la Iglesia de hoy, si no entendemos algo tristemente real: nos perturban dos males muy ligados:
1- el individualismo que define las últimas décadas de nuestra historia
2- el egocentrismo innato en el hombre desde la caída

El pastor español Jaume Llenas escribió al respecto:
"Algo que define nuestra cultura actual es el individualismo. Y esto es lo que lleva a mucha gente a anhelar más y más tener una vida sin compromisos. Quieren una Iglesia anónima, impersonal, una iglesia donde escuches predicaciones de gran nivel, si pueden ser dadas por grandes especialistas, mejor, pero que por favor no tenga implicación personal.
Iglesias donde no se pida nada ni te comprometas a nada, sin requisitos de entrada ni requisitos de permanencia.
El individualismo se nos ha metido hasta lo más profundo.
Y aún pensamos que el individualismo forma parte del mensaje de Jesús... Y es todo lo contrario...
La verdad es que Dios no hizo el cristianismo para ser vivido de esta manera.
Dios no hizo el cristianismo para que cada uno lo viva a su manera.
Dios hizo el cristianismo para vivirlo en comunidad y como pueblo de Dios"
("Discipulado relacional").

Es así como entramos peligrosamente al entendimiento erróneo de que el congregarse significa SÓLO reunirse en un lugar específico en un horario específico con personas específicas.
Por esto una persona llega ya comenzada la reunión, lucha con el sueño mientras se predica la Palabra, y se va durante la oración final, pensando: “ya me congregué este domingo".
Sin darse cuenta que al hacer esto apenas ha dado el primer paso; sólo asistió a un evento cristiano de domingo.

El congregarse incluye el salir de mi individualismo y vivir junto a mis hermanos la experiencia de unir nuestro sentir, búsqueda, anhelo y necesidad de Dios.
No soy yo sólo buscando a Dios, sino que me uno en un sentir junto a mis hermanos en esto, con todo lo que este hecho implica.
Allí experimentamos Filipenses 2:2: “sintiendo lo mismo… unánimes, sintiendo una misma cosa”.
Al participar del tiempo de exaltación de Dios con música, como el pueblo bajo el reinado de Salomón en 2 Crónicas 5:13, “cantamos A UNA, para alabar y dar gracias a Jehová”.
Al participar juntos de la exposición de las Escrituras, como en Nehemías 8:5, “TODO EL PUEBLO está atento”, y como aquellos delante de Moisés en Exodo 24:3, “respondemos A UNA VOZ: 'Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho'”.
Al participar de las oraciones, no apagamos el cerebro porque ni oran por nosotros ni oramos nosotros desde la plataforma de la congregación. Sino que, como los primeros cristianos en Hechos 4:24, “alzamos UNÁNIMES la voz a Dios”.

El congregarse incluye sí o sí la realidad visible y palpable de un grupo de pecadores redimidos que vive el versículo que leímos al principio:
“El Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros UN MISMO SENTIR según Cristo Jesús, para que UNÁNIMES, A UNA VOZ, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 15:5,6).


Luis Rodas


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