El diácono Wilson lo tuvo claro, él y su esposa necesitaban unas buenas vacaciones… de la Iglesia…
Por lo que, un poco a regañadientes, triste por tener que dejar por unos días sus proyectos en la empresa informática en la que trabaja, pidió licencia y… adelante… vacaciones…
Lo habló con el pastor Johansson y el destino estuvo claro: Nahant, Massachusetts. Allí están los pastores Dale White, Charles Flynn y Thomas Leighton.
Pensó: “Traeré nuevas fuerzas de aquel lugar”.
A hacer las maletas y al merecido descanso.
Al llegar, no encontraban bien el hotel que habían reservado, por lo que le preguntaron a un lugareño. Este les explicó que simplemente debían ir detrás de ese gran cartel pagado por las congregaciones de allí que decía: “Bienvenido a la nueva Jerusalén”. Ellos sonrieron de lo cerca que habían estado todo el tiempo del anhelado hotel.
Esa misma noche se reunieron con algunos músicos de las congregaciones de allí, gracias a algunos amigos en común. La conversación rápidamente giró hacia el gran momento que la Iglesia estaba viviendo en aquel lugar. Los pastores estaban unidos, en un frente común, realizaban eventos conjuntos, el gobierno los reconocía como parte de los votantes a tener en cuenta, y sus miembros formaban parte de la sociedad… Estos músicos no paraban de hablar de las bondades y maravillas de la Iglesia de Nahant, Massachusetts. Que “el pastor Flynn es el mejor predicador de estos tiempos”, “nuestras canciones están siendo cantadas en todo lugar”, “¿has visto qué bonitas sillas hemos comprado en nuestro templo?”, “la alfombra de la Iglesia del pastor White es la más alta que he visto en mi vida”, “que gran sabiduría la del pastor Leighton” le decía un músico a otro. Mientras una hermana, muy sonriente comentaba: “sí, todo es bonito y bíblico aquí en Nahant, Massachusetts”…
El diácono Wilson… un poco absorto… confundido… analizante y analizándose, se sentía como si hubiera comido algo en mal estado. Escuchaba y miraba todo, pero no entendía…
Bueno, esto no es tan sorprendente en realidad, él suele ser un poco rápido para el despiste… pero…
Mientras los escuchaba, recordaba aquel vídeo que tanta alergia había causado unos meses atrás por internet, donde el pastor Johansson, su pastor, decía: “Hermanos, visiten Nahant, Massachusetts. Las Iglesias de ahí son lo más cercano al cielo que puedan conocer. Lamentablemente en el resto de ciudades no tienen ni idea del evangelio. Vayan a Nahant, Massachusetts. ¡Es su oportunidad!”.
De fondo, en la mesa, se continuaba oyendo los grandes testimonios de gloria que contaban entusiasmados aquellos ministros musicales de Nahant. Mientras el diácono Wilson ponía la misma cara de estar escuchando que en tantas reuniones de diáconos, mientras pensaba: “¿No será que el pastor Johansson simplemente se dejó llevar por una propaganda sin freno de toda esta gente, y bajo esa influencia hizo su vídeo publicidad?”….
Esperó que las risas y alabanzas se detuvieran por una milésima de segundo y dijo con voz de espía sin trabajo: “Qué bueno hermanos… Cuan bellos testimonios… Qué gran oportunidad para nosotros estar aquí”… Y todos dijeron en acorde de Do mayor: “Sííí…”…
“Pero… serían tan amables de también contarnos cosas en las que crean que están fallando”, continuó el diácono Wilson. “¿Saben? Eso también nos enseñaría. Errores, cosas en las que la Iglesia aquí está fallando”…
Todos, posiblemente en Sol bemol, sonrieron con un: “Uffff…. sí, claro… por supuesto… En mucho fallamos”…
El diácono Wilson hizo una pausa esperando algo… Y nada… El silencio… Por lo que prosiguió: “Y…. ¿cómo qué?… ¿Nos ayudarían contando algo en lo que aún están buscando mejorar?”.
Se miraron, sonrieron, y uno pensativo casi respondió: “ja… bueno… hay tantas cosas”.
“Bueno, dime una… Para nosotros será todo un aprendizaje saber en qué están trabajando para crecer”.
“Ehhh… jeje… bueno… tú sabes… ffff…. ehhh… tantas cosas…”
“Hermano, mira, no me malentiendas… No espero que critiquen a sus pastores o congregaciones. Sólo un poco de reflexión juntos de cosas que quizás hasta hayan hablado como Iglesias para mejorar”.
“Ehhh… ja… Bueno… la unidad puede mejorar… Aunque debo decirte que la unidad que estamos disfrutando es algo impresionante… Somos tan amorosos, tan de ayuda mutua, tan…”
“Hermano, otra vez estás hablando de lo bueno. Sólo pido que compartan algún tipo de reflexión para poder aprender juntos”.
“Ehhh…. no sí… es verdad”, dijo otro músico. “ya sabes… siempre hay para mejorar… Pero… debo decirte… El cambio de escenografía de la congregación del pastor Leighton es… impactante”
“Eso… impactante”, dijo entusiasta un director de alabanza.
El diácono Wilson no salía de su mal estomacal o asombro decidido. ¿Todo era positivo? ¿Ya estaban disfrutando de las glorias celestes?
La esposa del diácono Wilson, como quien tiene información de la proximidad de un desastre natural, se levantó de la mesa casi sin hacer ruido y se fue a la cocina a acomodar unos libros de recetas culinarias.
“Amados hermanos”, agregó sin mucha convicción Wilson (como suele hacerlo), “el apóstol Pablo dijo ‘¡yo no pretendo haberlo alcanzado, prosigo a la meta’, ¿pero ustedes son más que el apóstol Pablo y ya lo alcanzaron?”
Sonaron risas en tantos tonos que produjo una disonancia difícil de considerar que aquello estaba afinado… Reían y reían… Y en medio de todo se podía oír en voz alta y positiva: “No… ufff… tenemos tanto por mejorar todavía…. jaja”…
El diácono Wilson recorrió todo el camino de regreso absorto, ensimismado en sus pensamientos. ¿Y si ese era el negocio?…
“Tenemos el gran despertar en nuestra maravillosa ciudad”. Por lo tanto: “¡Vengan al gran despertar!”. Y a eso se le puede añadir no menos importante: “Invítennos… Les llevaremos el gran despertar”.
Mientras descendía esas escaleras vertiginosas del avión de regreso, de pronto la luz: “Se puede, no es difícil”.
Luis Rodas
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Etiquetas:
Un cristianismo en fuga
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