"Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros" (Mateo 1:23).
Desde aquel día fatídico del Edén en el que Eva se concentró en algo creado creyendo que eso le proporcionaría más felicidad, sin importarle si en el proceso perdía al Creador, el cual es la felicidad misma; como seres humanos lo seguimos intentando sin fin.
Adán y Eva tenían a su alcance a Dios mismo, Dios estaba con ellos (Génesis 3:8); pero su corazón se inclinó a pensar que había más en aquel árbol que en el Creador mismo.
Así continúa esta práctica ancestral.
No sólo en la adoración al sol (conocido también como Ra, Baal, Osiris, Apolo, Lucifer) y la reverencia ante las imágenes talladas; sino ante la búsqueda constante de saciar las necesidades más profundas en personas y cosas.
¡Todo esto es idolatría!
Es esperar de algo creado lo que sólo puede darnos el Creador.
Idolatría no es sólo entregarle más tiempo o esfuerzo a alguien o algo. ¡Este es en realidad el resultado del principio mismo de la idolatría!
Entregamos más tiempo o esfuerzo a alguien o algo porque primeramente esperamos encontrar felicidad, paz, saciedad, identidad, amor y deleite en ese alguien o algo.
¡Esa es la esencia de la idolatría!
A esto se refiere 1 Juan 2:15 cuando nos manda: "No améis al mundo".
Aquí no se refiere al amor sin esperar nada a cambio como el que debe ejercitar un esposo hacia su esposa, por ejemplo (1 Corintios 13:4-7; Efesios 5:25).
Como escribió I. Howard Marshall,
"aquí la idea es el placer que la persona espera obtener del objeto de su amor ("The Epistles of John").
La clase de amor que sólo debe darse a Dios, cuando es enfocado en algo creado es idolatría. Se trata de adoración que incluye creer que EL mismo es la fuente fundamental y desbordante de todo lo que uno puede necesitar.
Así, como escribió Thomas Watson, "buscamos diamantes sólo en esta roca" ("A Body of Practical Divinity").
Esta es la adoración que expresa David infinidad de veces:
"Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de EL es mi esperanza" (Salmo 62:8).
Pero el corazón engañoso espera de aquello que promete y no cumple, de aquello que da y quita rápidamente:
"Aborrezco a los que esperan en vanidades ilusorias; mas yo en Jehová he esperado. Me gozaré y alegraré" (Salmo 31:6,7)
Cuando alguien se esfuerza por algo o alguien, está exaltándolo a los ojos de los demás. Está diciendo con sus hechos: "esto puede saciar el bien preciado de una persona".
Cuando encontramos en Dios nuestra plenitud y satisfacción, decimos con nuestros hechos: "Dios es la fuente de todo bien. No hay Dios fuera de EL. Nada puede darme lo que sólo EL" (leer Santiago 1:17 e Isaías 55:1-3).
Allí es cuando nuestra alma dice:
"No hay para mí bien fuera de ti" (Salmo 16:2).
Cuando el alma espera de Dios todo bien, y ya no en las personas o cosas que puede conseguir; no sólo le adora a EL, sino que es saciado incomparablemente.
"Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, y tú los abrevarás del torrente de tus delicias.
Porque contigo está el manantial de la vida" (Salmo 36:8,9).
"Emanuel, es Dios con nosotros", y éste es el máximo bien. ¡Dios se ha dado a nosotros!
Luis Rodas
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Celebrando a Jesús
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