Puedes leer los artículos anteriores de esta serie en los siguientes enlaces:
1- Una catástrofe llamada tibieza
2- Cómo se llega a la tibieza
3- Una necesidad con diligencia del verdadero creyente
4- Un huerto descuidado
5- Una plaga mundial llamada descuido
6- Nuestra gran necesidad
7- Necesitamos a Sofonías
8- Jesús y el Espíritu Santo
Cuando Jesús llamó a los discípulos nunca confió en que ellos, por ellos mismos, podrían ser sus discípulos.
Cuando Jesús les encomendó la misión de hacer discípulos jamás confió en ellos, por ellos mismos.
Cuando Jesús le confía a los discípulos Su Iglesia, Jesús no confía en ellos, por ellos mismos.
Job 15:15 afirma: "En sus santos no confía, y ni aún los cielos son limpios delante de sus ojos".
¿Entonces en qué confía Jesús?
Desde el mismo principio de Hechos lo vemos:
Jesús resucita y pasa 40 días con los discípulos antes de irse, y les dice algo vital:
Hechos 1:4,5 "Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.
Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días".
En Lucas 24:49 encontramos un registro de palabras similares de Jesús: "yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto".
¿Cuándo empieza la Iglesia a cumplir su misión?
Luego de que en la fiesta de Pentecostés en Jerusalén viene el Espíritu Santo. Y dice Hechos 2:4 acerca de aquel día: "y fueron todos llenos del Espíritu Santo".
Allí predica Pedro lleno del Espíritu Santo y Dios salva 3000 personas. Luego predica nuevamente lleno del Espíritu Santo y se calcula que la Iglesia asciende a unos 15.000 ó 20.000 discípulos. Y luego Pedro, lleno del Espíritu Santo, enfrenta a todo el liderazgo judío.
¿En quién confiaba Jesús para que la Iglesia cumpla la misión?
En el Espíritu Santo.
Los apóstoles habían estado con Jesús y podían ser testigos humanamente de las palabras y hechos de Jesús. Sin embargo necesitaron al Espíritu Santo para la misión.
POR ENCIMA DE TODO
La Iglesia por sí misma es débil, incapaz, impotente, insuficiente. Pero el Espíritu Santo es el poder en la debilidad de la Iglesia.
Por eso, casi en sus palabras finales a sus primeros discípulos, les dice aquello tan decisivo: "vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días" (Hechos 1:5).
Pero ellos estaban preocupados, distraídos con algo que cargaba su corazón: el sufrimiento presente.
Israel estaba bajo la opresión romana. Sufría intensamente.
Por esto los discípulos tenían el corazón distraído con esta pregunta: "¿Cuando vas a terminar con los sufrimientos presentes?":
En el versículo siguiente al recién mencionado, relata:
"Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?" (Hechos 1:6).
Los discípulos tienen su mirada en que Jesús anuncie: “se terminaron los sufrimientos”.
De la misma manera, muchas veces aquellos que estamos involucrados activamente en el ministerio, nos concentramos en los problemas de la congregación y vivimos anhelando el fin de cada adversidad o conflicto que se nos presenta delante.
Pero Jesús les responde:
"No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad
pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hechos 1:7,8).
Dicho de otro modo: "Ahora más que esperar el fin de las adversidades esperen el poder para enfrentar las adversidades, vencerlas y cumplir su misión por encima de ellas. El fin de esta era de conflicto está en la sola potestad del Padre y no ha llegado. Pero el poder del Espíritu Santo que vendrá hará que ustedes logren cumplir su misión por encima de toda adversidad, conflicto y aflicción”.
Continuamos en la décima parte de esta serie…
Luis Rodas
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Etiquetas:
Cómo salir de la tibieza
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