“El amor no es jactancioso” (1 Corintios 13:4)
La palabra griega que aquí utiliza Pablo es "perpereúomai", la cual, como explica Charles Hodge (1797-1878), "incluye todas las formas del deseo de ser apreciado". Y agrega: "El amor no procura despertar la admiración y el aplauso" ("1 Corinthians").
Dentro del instinto más básico de nuestra naturaleza humana caída existe un personaje que, si lo dejas, violentamente se transforma en un dictador muy peligroso: el amor propio.
Este "amor propio", dentro de un límite sano, es lo que nos lleva a desear para nosotros, por ejemplo, el cielo en vez del infierno.
El problema y gran peligro con este "amor propio" es que, debido a nuestra condición corrupta, rápidamente quiere transformarse en el gobernador de todas nuestras acciones y el rey que busca ser saciado en todo momento en todas las cosas.
Bajo el gobierno de este dictador implacable utilizamos todo lo que nos rodea como un medio para alimentar nuestra estima sobre nosotros mismos: matrimonio, hijos, trabajo, profesión, ministerio, dinero, posesiones, etc, etc.... ¡TODO es utilizado como un medio para ganar gran estima en la opinión de los demás, y así darle razones suficientes a nuestro "amor propio" de elevarse!.
La realidad es que no existe persona en la tierra que no haya experimentado el dulce elixir de sentirse bien consigo misma. Hablo de esa bebida embriagante, esa felicidad atrozmente egoísta y efímera, esa droga rápidamente adictiva, que es un "amor propio" elevado en alguna medida.
El mundo, sin filtro alguno, en la primera dosis que degustó, sale desaforadamente por nuevas dosis, y lo transforma en la razón absoluta de su existencia.
Y si no lo logra por sus virtudes, lo buscará por sus posesiones a cualquier costo. Y si todo esto le esquiva, aún es capaz del suicidio con tal de saber que de alguna forma logró ser el centro de atención.
¿Y nosotros los que estamos en Cristo?
Luis Rodas
.
0 comentarios:
Publicar un comentario