3- ¿Buscar agradar a Dios es querer salvarme por obras? (3 parte)



Para entender mejor esta tercera parte de "¿Buscar agradar a Dios es querer salvarme por obras?" lee primero las anteriores:
1- "¿Buscar agradar a Dios es querer salvarme por obras?"
2- "¿Buscar agradar a Dios es querer salvarme por obras?"

Como ya hablamos, hay personas que confunden la llamada "fe reformada" o "Calvinismo".
Algunos creen estar siguiendo, y hasta defendiendo, la "fe reformada" o las "Doctrinas de la Gracia", pero en realidad han caído en una TERRIBLE confusión.

En las 2 anteriores partes de esta pequeña serie citamos algunos versículos de las Escrituras. Pero dado que estas personas creen estar defendiendo doctrinas calvinistas, en esta 3ª parte vamos a dejar que sea el mismo Calvino quien los refute (todas las citas son del libro "Institución de la religión cristiana").

Que hable Juan Calvino
Estas personas confunden justificación con santificación, y agradar a Dios para salvación (lo cual es imposible), con el llamado a agradar a Dios de las Escrituras, luego de que ya somos salvos.
Los hombres no pueden agradar a Dios para justificación. Por eso Calvino escribe: "La obra más excelente que puedan proponer, está manchada y corrompida con alguna suciedad de la carne, como si estuviera envuelta en heces" (Pag. 600).
Aquí está hablando sobre la justificación delante de Dios. Con respecto a esto Gálatas 2:16 dice: "El hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo".

Pero estas personas usan tristemente el lenguaje y expresión de las Escrituras sobre la justificación para intentar anular cuando las Escrituras hablan sobre la santificación.
Por eso al leer todos estos pasajes debemos preguntarnos: ¿Está hablando de justificación o de la santificación de aquel que ya fue justificado?

Juan Calvino reprendió a una persona que llamaba "Osiander" (Andrés Hosemann), el cual confundía "justificación" con "santificación".
Por esto escribió Calvino:
"Así como Cristo no puede ser dividido en dos partes, de la misma manera la justicia y la santificación son inseparables…
Todos aquellos a quienes Dios recibe en gracia, son revestidos a la vez del espíritu de adopción, y con la virtud de la misma reformados a su imagen" (Pag. 562).

Luego comparaba el confundir "justificación" con "santificación", con el confundir que "la tierra es calentada con la luz (del sol) e iluminada con el calor (del sol)".
Para luego explicar que es el sol el que calienta a la tierra y también quien la ilumina, pero que:
- la luz del sol ilumina
- y el calor del sol calienta
Y agrega: "Entre ambas cosas hay una unión recíproca e inseparable: y sin embargo, la razón no permite que lo que es propio de cada una de estas cosas se atribuya a la otra" (Pag. 562).

Prosigue Calvino: "Semejante es el absurdo que se comete al confundir las dos gracias distintas…
Dios renueva a todos aquellos que gratuitamente acepta por justos… Osiander (hombre contemporáneo del reformador) confunde el don de la regeneración con esta gratuita aceptación, y porfía que ambos dones no son sino uno mismo.
Sin embargo, la Escritura, aunque los junta, diferencia uno del otro…
Porque no en vano dice Pablo que Cristo nos ha sido dado como justificación y santificación (1 Corintios 1:30). Y todas las veces que al exhortarnos a la santidad y pureza de vida nos da como razón la salvación que nos ha sido adquirida" (Pag. 562).

¡Cuidado con Osiander!
Luego Calvino continúa hablando de este hombre errado: "Cuando se pone a citar la Escritura, corrompe todos los textos que aduce".
Osiander citaba de la Biblia: "¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica?" (Romanos 8:33) argumentando que ya no debemos buscar agradar a Dios sino que ya está todo hecho.
Pero Calvino explica: "Sin embargo, bien claro se ve que Pablo habla simplemente de la culpa y del perdón de la misma" (Pag. 562).
Los pasajes que hablan de justificación no debían ser confundidos con los que exhortan a la santificación.

Juan Calvino creía que el cristiano debe buscar la santidad para sí mismo y promoverla: "Si el fin y la meta de la elección es la santidad de vida, ella debe más bien despertarnos y estimularnos a emplearnos alegremente en la santidad, más que a buscar pretextos con que encubrir nuestra pereza y descuido…
En verdad este principio suprime todo escrúpulo: 'No somos llamados a inmundicia' (1 Tesalonicenses 4:7); y '… hechura suya creados en Cristo Jesús para buenas obras' (Efesios 2:10)…
En conclusión: nuestro deber es usar, en cuanto nos fuera posible, de una corrección saludable y severa, a modo de medicina; y esto para con todos" (Pag. 759-762).


Luis Rodas


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