Reconócelo, ¡debes nutrirte!



1 Timoteo 4:6: “Si esto enseñas a los hermanos, 
serás buen ministro de Jesucristo,
nutrido con las palabras de fe y de la buena doctrina que has seguido"


Aquí encontramos un primer principio muy importante:
“enseñas = buen ministro”

El liderazgo no está para entretener, ni mantener la rueda de la Iglesia girando hasta que el Señor venga.
Un buen ministro tiene siempre una carga por enseñar a la Iglesia.
La palabra griega “jupotídsemi” (“enseñas”), es un “participio presente” (A.T. Robertson - “Comentario al texto griego del NT”. Pag. 574) lo que sugiere un trabajo continuo.
El ministro sabe que enseñar es su labor y que a través de la enseñanza la Iglesia irá "perfeccionándose" (Colosenses 1:28,29) para ser esa “ofrenda agradable” (Romanos 15:16).

CONSTANTEMENTE
Para esto primero necesitamos estar constantemente nutridos en nuestra vida personal.
Pablo le escribe a Timoteo:
“nutrido con las palabras de fe y de la buena doctrina que has seguido”
El vocablo griego “entréfo” (“nutrido”) es “un participio presente pasivo” (A.T. Robertson - “Comentario al texto griego del NT”. Pag. 574) por lo cual se puede traducir como “siendo nutrido constantemente”.

No somos simples profesionales que separan su profesión de su vida personal.
Una gran e ineludible clave para ser “un buen ministro de Jesucristo” es primeramente caminar en la Palabra nosotros.
Si te acercas a las Escrituras sólo para preparar mensajes, vas a secarte, y pronto vas a secar también todos los mensajes.
¿A donde acudimos con nuestras debilidades? ¿A donde acudimos con nuestros temores? ¿A donde acudimos con nuestras batallas familiares?
¿Donde encontramos paz, gozo, consuelo, ánimo y deleite?

Gordon Fee: “La preocupación de Pablo es que Timoteo siga alimentándose a sí mismo”  (“Comentario de Timoteo”. Pag. 135).
Charles Bridge: “Si hemos de estudiar la Biblia más como ministros que como cristianos, más para encontrar materia para la instrucción de nuestro pueblo, que alimento para la nutrición de nuestras almas, entonces no nos colocamos a los pies de nuestro Divino Maestro, nuestra comunión con EL es cortada, y llegamos a ser meros formalistas en nuestra profesión sagrada...
No podemos vivir alimentando a otros
(“The Christian Ministry”. Pag. 163).

Timoteo debía estar alimentado para alimentar, y así ser un “buen ministro de Jesucristo”.

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