Serie "2 Corintios"
"Bendito sea el Dios y Padre
de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de misericordias
y Dios de toda consolación,
el cual nos consuela
en todas nuestras tribulaciones..."
(2 Corintios 1:3,4)
Luego del saludo clásico casi idéntico al de su primera carta (1:1,2), el apóstol Pablo se derrama en alabanza, como un río impetuoso que de pronto encuentra un caudal apropiado para correr.
Como explicó Charles Hodge, "esta carta es la efusión de su corazón ocasionada por la información recibida. Más que cualquier otra de las epístolas de Pablo, lleva el sello de los fuertes sentimientos bajo cuya influencia fue escrita" ("Comentario a Segunda Corintios". Pag. 7).
Los corintios tenían graves problemas de división (1 Corintios 1:11), de carnalidad y celos (1 Corintios 3:1-3), fornicación (1 Corintios 5), embriaguez y glotonería en la Cena del Señor (1 Corintios 11:17-22), desorden en sus reuniones (1 Corintios 14:23) y falsas doctrinas (1 Corintios 15:12).
Por lo que Pablo sufre porque se está haciendo tropezar a otros (2 Corintios 11:29), y entra en profunda "tristeza" (2 Corintios 2:1,4,5), "mucha tribulación y angustia del corazón" (2 Corintios 2:4), al punto de tener momentos de mucho llanto (2 Corintios 2:4) y de "no encontrar reposo en su espíritu" (2 Corintios 2:13).
Bajo todo esto les escribe una carta amonestándolos y la envía, muy probablemente, a través de Tito. El problema es que pasa el tiempo y no tiene noticias de qué pasó, cómo reaccionaron los corintios a su exhortación. Y aunque comienza una congregación exitosamente en la ciudad de Troas, sigue sin hallar "reposo en su espíritu" (2 Corintios 2:12) por "temor" a que toda esa obra se hubiera perdido (2 Corintios 7:5; 12:20,21), porque aún no encuentra a Tito con noticias de los corintios (2 Corintios 2:13).
Hasta que finalmente, el gran consuelo (2 Corintios 1:4-6): Pablo se encuentra con Tito (2 Corintios 7:6), y lo mejor, él volvió con grandes noticias. Pablo escribe: "haciéndonos saber vuestro gran afecto, vuestro llanto, vuestra solicitud por mí, de manera que me regocijé aun más" (2 Corintios 7:7). Tito trae buenas nuevas de que la carta que Pablo había escrito "!qué solicitud produjo..., qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación!" (2 Corintios 7:11).
Tito volvió lleno de gozo contagiando al mismo Pablo (2 Corintios 7:13).
Pablo, lejos de ver la Iglesia con apatía disfrazada de confianza en Dios, vivía su ministerio con verdadera "solicitud... delante de Dios" (2 Corintios 7:12).
Todo esto es lo que produce el brote de alabanza en el corazón de Pablo que vemos en las primeras palabras escritas en 2 Corintios 1.
"Bendito sea el Dios y Padre
de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de misericordias
y Dios de toda consolación,
el cual nos consuela
en todas nuestras tribulaciones..."
(2 Corintios 1:3,4).
Pablo sufría por la Iglesia de Corinto pero su corazón es hermosamente consolado al saber del arrepentimiento de ellos.
¡Vaya ejemplo para nosotros como pastores!
¿Tu corazón vibra por las almas que Dios te confió?
¿O por los sufrimientos del ministerio simplemente has dejado que tu corazón se endurezca y ahora sólo eres un profesional que hace su trabajo de forma fría y distante?
No cabe la menor duda de que una de las materias más difíciles en esta labor que ejercemos es el mantener el corazón abierto, sensible y limpio.... ¡Sin duda!
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