"Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es Dios con nosotros" (Mateo 1:23)
En el devocional de ayer hablamos de esta sublime verdad: Dios está con nosotros.
El conjunto más integral de la suma de todos los placeres, la sabiduría, la paz, el gozo, la felicidad, la identidad, la gloria de los cielos y la más alta intensidad de amor jamás soñada se encuentra no sólo cerca, sino en nosotros, de forma total y permanente.
¡Dios con nosotros!
¿Acaso no es esto lo que cree cualquier cristiano bíblico?
Pero… si esta verdad es tan obvia para nosotros… ¿por qué vivimos en anhelo aún?
No me refiero a por qué anhelamos más de Dios mismo. ¡NO!
Mas bien la pregunta es: Si de verdad "estamos completos en EL" (Colosenses 2:!0), ¿por qué vivimos como mendigos anhelando recibir algún tipo de satisfacción a través de los goces que ofrece este mundo?
Por ejemplo: nos endeudamos para comprar cosas que en realidad no necesitamos o que sí necesitamos pero que su costo aumentó desmedidamente al comprarlo con esas características que nos prometían que los demás nos verían mejor.
¿A cuanta publicidad ridícula le creemos?
Ayer leí un cartel en un negocio de electrodomésticos que ofrecía su servicio de compra y envío a domicilio de esta forma:
"Con nuestro envío está llegando la felicidad a tu hogar".
Claro, lo leemos en un devocional y todos nosotros podemos reconocer semejante ridiculez.
Pero, ¿luego en la práctica?
Está claro que muchos avances tecnológicos, por ejemplo, ofrecen más comodidad, pero ¿los compramos creyendo otras promesas detrás?
¿Pensamos en nosotros o en aquellos que verán nuestra compra y supuestamente nos considerarán más?
¿Pensamos en términos de durabilidad y economía de tiempo, o en el sentimiento de valor propio por tener tal o cual cosa?
¿Nos sentimos más importantes con este auto y no con el otro?
El comercio hace mucho tiempo que apunta a vendernos lo que no necesitamos apelando a las pasiones más intimas de sus clientes.
Ya no se trata de "tú necesitas un auto". Sino: "tú te sentirás bien, feliz, completo, importante, con este auto".
Nosotros, los que creemos que "Emanuel, Dios con nosotros" es una realidad constante y decisiva, ¿vivimos para endeudarnos corriendo detrás de todas esas cosas, igual que aquellos que no?
¿Decimos estar completos en EL pero vamos detrás de los ofrecimientos de este mundo para probar algo de saciedad de nuestra sed?
Luis Rodas
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