Pastores, ¿hasta qué punto creemos en el Dios infinitamente sabio?



Uno de los argumentos de los ateos contra Dios es el mal que encontramos en el mundo.
Hasta el senador de la ciudad de Nebraska, Ernie Chambers, se atrevió a hacerle juicio a Dios por este motivo (Fox News).

Nosotros, como pastores, muchas veces tenemos que enfrentar este tipo de aparente contradicción en la vida de las personas.
a) Dios existe
b) Dios es Sabio y Bueno
c) Pero si Dios existe, es Sabio y Bueno, ¿por qué permitió esto en mi vida?
Yo, a lo largo de mi pastorado, he usado una frase que leí hace muchos años:
"Si tuviera el Poder de Dios cambiaría muchas cosas.
Pero si no solo tuviera el Poder de Dios sino también la Sabiduría de Dios, dejaría todo como está".

Y esto es absolutamente cierto.
Pero, ¿qué pasa cuando el sufrimiento nos golpea a nosotros?
¿Qué pasa cuando "la profundidad de las riquezas de la sabiduría de Dios" (Romanos 11:33) deja de ser un versículo en la Biblia y se vuelve una realidad en nuestra vida?
Cuando la "sabiduría de Dios" se vuelve tan profunda, "insondables sus juicios e inescrutables sus caminos" (Romanos 11:33) y Dios permite en nuestra vida lo que nunca imaginamos.

¿Qué pasa cuando las cosas parecen salirse de control y vemos, como David en el Salmo 69, que las "aguas han entrado hasta el alma" (Salmo 69:1) y oramos al punto de que nuestra "garganta se ha enronquecido" (Salmo 69:3) y a Dios parece no importarle?
¿Seguimos plenamente descansados y confiados en el Dios Infinitamente Sabio que hace "todas sus obras... con Sabiduría" (Salmo 104:24)?
¿Continuamos sirviendo a Dios en paz en la certeza de que Dios sabe lo que está haciendo con nuestra vida?
¿Alabamos a Dios porque el descontrol que ven nuestros ojos no es más que mentira frente al Dios que SIEMPRE ESTÁ AL CONTROL?

Muchas veces es MUY difícil.
Como el pastor Antonio Lazaro dice en su predicación "Tesoro en vasos de barro", muchas veces se mezcla el "vaso de barro" con el "tesoro" (2 Corintios 4:7).
Pero es allí, en nuestra "debilidad", donde el poder de Dios "se perfecciona" (2 Corintios 12:9).
Muchas veces Dios nos poda para que llevemos más fruto. Y esto puede ser doloroso al punto que nuestra situación deja de ser entendible para MUCHOS.

Una pequeña historia
Hace un tiempo leí una pequeña historia ficticia que nos puede ayudar:
En una gran viña vivía un viejo pámpano. La gente recorría varios kilómetros solo para saborear la dulzura de su fruto.
Un día plantaron muy cerca de este a un nuevo pámpano.
El nuevo y el viejo pámpano fueron entablando una relación, y un día en el que ya habían entrado en confianza, el nuevo pámpano le dijo: "Los otros pámpanos dicen que tu fruto es el mejor y más dulce.... Uyyyy.... Cuanto me gustaría ser como tú...
¿Serías capaz de ayudarme a ser como tú?"
El viejo pámpano sonrió suavemente y le dijo: "¡Prepárate!"

Estas no parecían palabras que ayudaran mucho. ¿A qué se refería el viejo pámpano con esto de "¡Prepárate!"?
El joven pensó: "Uhmmm... je... este pámpano podrá ser muy dulce pero es un egoísta. No quiere compartir su secreto conmigo".
Una mañana muy fría de Otoño el pámpano más joven se despertó por unos ruidos al final de la hilera de pámpanos.
Miró y vio al labrador.
Normalmente venía el labrador a visitar a los pámpanos. Pero esa mañana algo diferente comenzó a pasar.
El labrador sacó unas tijeras bien afiladas.
El pámpano que se encontraba al principio de la hilera de pámpanos comenzó a llorar y clamar. "¿Por qué me haces esto?. ¿No he sido buen pámpano? ¿No te di mi fruto para ti? Por favor.... Por favor.... ¿Por qué me dañas?"

El pámpano joven que había estado hablando con aquel viejo pámpano, se comenzó a desesperar. ¿Qué sucedía?
Miró a su vecino el pámpano más viejo y le preguntó lo que pasaba.
El no dijo nada.
El pámpano más joven comenzó a decir: "Ahhhh.... ya entiendo. Lo que pasa es que ese pámpano se portó mal... Bueno el labrador sabe. Algo habrá hecho... ja... Parecía tan bueno".
El pámpano más viejo lo detuvo y le dijo: "No. No estás entendiendo. El labrador no lo está castigando. No se trata de que esto le pasa por haber hecho lo malo, sino por haber hecho lo bueno".
A lo que el más joven respondió: "¿Pero no escuchaste como gritaba?"
El pámpano más experimentado le dijo: "Sí. Lo que pasa es que a veces no entendemos lo que hace el labrador y eso nos trae confusión, soledad y desesperación. Pero... ¿sabes qué?... YO QUIERO QUE ME PODEN".
El joven se asombró: "¿Qué?... ¿Que quieres que te poden?... Eso debe ser muy doloroso".
El pámpano viejo le explicó: "Sí, reconozco que es doloroso y por momentos hasta puede ser angustioso. Pero mira mi amigo, tú me has visto tan hermoso que quieres ser como yo. Pero tú no te has dado cuenta que tengo un hongo que me está creciendo por dentro. Ese hongo va a terminar disminuyendo la calidad y cantidad de mi fruto.
Así que, cuando venga el labrador a podarme, yo simplemente me voy a quedar quieto y confiado. El sabe lo que hace.
Es más, cuando venga el labrador con sus tijeras afiladas, te doy este GRAN CONSEJO: manténte todo lo dócil que puedas.
¿Quieres dar buen fruto?. ¡NO hay otra manera!"

Mientras hablaban, el labrador había estado podando a los otros pámpanos de la viña y ahora le tocaba el turno al pámpano experimentado.
Este, cuando el labrador comenzó su trabajo, simplemente se quedó manso y humilde.
El labrador cortó y cortó y solamente dejó el brote principal.
Hasta que le llegó el turno al jovencito pámpano asustado.
El pensó en las palabras de su amigo: "¿Quieres dar buen fruto? ¡NO hay otra manera!"
Las hojas le temblaban y las lágrimas parecían incontenibles. Pero se mantuvo paradito y dócil.
Miró a los ojos al labrador y le dijo: "Gracias buen labrador. Haz lo que tengas que hacer. Estoy preparado".

¡Hay momentos donde el Labrador Infinitamente Sabio simplemente debe podarnos para que demos más y mejor fruto!
Juan 15:1,2
Confiemos aun con lágrimas, si es inevitable, que el Dios Infinitamente Sabio sabe lo que hace con nuestra vida.

Luis Rodas


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