"Era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones" (Lucas 2:37).
Como dijimos en el devocional de ayer, en esencia la historia de Ana es una historia muy común.
Se trata de Dios quitando todo lo demás para que encontremos la respuesta a nuestras necesidades en EL.
Un ejemplo similar lo encontramos en la vida de Robert Robinson (1735-1790).
A los 8 años de edad, sufrió la pérdida de su padre.
Su madre no pudiendo controlarlo más lo envió a un colegio en Londres.
Pronto se encontró sólo, sin dirección, y en la ausencia de consejo en pocos años se entregó a una vida de excesos.
Hasta que a los 20 años en su desesperación corrió a Cristo, dedicando toda su vida a su servicio.
Su vida y testimonio los dejó reflejados en ese precioso himno que se canta hasta hoy: "Ven tú fuente de cada bendición".
"Ven tú fuente de cada bendición
afina mi corazón para que cante de tu gracia...
Jesús me buscó cuando era un extraño,
huyendo del redil de Dios.
El me rescató del peligro...
Oh a la gracia cuán gran deudor
diariamente estoy impulsado a ser...
Veré tu hermoso rostro,
cantaré de tu gracia soberana.
Ven mi Señor, no tardes.
Toma mi alma redimida,
envía a tus ángeles para llevarme
al reino de días sin fin".
¡Corazones así se forman en momentos que no siempre logramos apreciar su valor!...
Luis Rodas
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