EFECTOS DE LA COMUNIÓN INTIMA CON DIOS (3). Primeros pensamientos del día.


"Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo?
¿Quién morará en tu monte santo?"
(Salmo 15:1)

En los devocionales anteriores vimos que aquí David está preguntando, en un lenguaje metafórico, “Dios, ¿cómo alguien puede vivir en comunión intima contigo?”.
Y estudiamos algunos beneficios de caminar con Dios
Hoy veremos algunos más.

Cuando vivimos en comunión intima con Dios experimentamos sensibilidad al pecado y humildad:
El carnal huye de la comunión intima con Dios. La primera reacción ante Dios de Adán y Eva en su caída fue de esconderse de Dios: “y el hombre y la mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios” (Génesis 3:8).
Juan 3:20,21 afirma: "Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.
Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios".

El que vive en su carnalidad tropieza y ni sabe donde tropieza según Proverbios 4:19: "El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan".
Sufren toda clase de conflictos internos oscuros pero andan a tientas sin jamás saber certeramente por qué. Actúan mal y cuando alguien intenta ayudarlos, se sorprenden y enojan.
Por eso Jesús dijo: “el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él” (Juan 11:10).

Nosotros debemos ser los primeros en darnos cuenta cuando nos equivocamos. Y si comenzamos a sentirnos irritados, molestos o sin paz, nuestra comunión intima con Dios debe darnos, no solo la alerta, sino también la causa.
Pero en la mente carnal los pecados son terriblemente minimizados. La conciencia se insensibiliza y los pensamientos contaminados entran con facilidad. Así nuestra mente es como un escudo antimisiles que no detecta los embates del enemigo.

Pero, por el contrario, cuando nos acercamos a Dios, al caminar en adoración junto a EL, la conciencia vuelve a ser una necesaria aliada y el pecado se comienza a percibir más como Dios lo ve.
Así somos quebrantados como Isaías. El, de pronto tiene una percepción clara del "Señor sentado sobre un trono alto y sublime", rodeado de "serafines" que "cubrían sus rostros" mientras cantaban "Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria".
¿El efecto en él?
Isaías comienza a gemir: "¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos" (Isaías 6:1-5).

Dios nos lleve a aquel lugar donde los hombres "caen como muertos a sus pies", mientras retumba en sus corazones: "No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén" (Apocalipsis 1:17,18).




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