En la Iglesia que pastoreo suelo predicar por series de temas específicos conforme a lo que creo que Dios quiere que hablemos en cierto período de tiempo.
Dentro de esas "series de predicaciones" cada semana voy predicando lo que creo que Dios quiere específicamente que se trate en ese domingo (siempre en referencia al tema central de la serie).
Siempre todo esto busca estar bañado de lo que Dios me viene hablando de manera personal a través de Su Palabra, alguna parte de algún libro que Dios pueda haber usado para llevarme a él o hacerme entender algo, y experiencias de la vida cotidiana que Dios va usando para responderme preguntas, tratar a este "duro de cabeza" y hacer que no pare de decir "no hay para mí bien fuera de ti" (Salmo 16:2).
Con los años esto ha mostrado ser un buen ejercicio para servir a Dios a través de la predicación.
El problema
El grave problema... y he aquí el gran dilema... se presenta cuando a todo ese "ejercicio semanal" por alguna razón le quito el FACTOR ESENCIAL llamado DIOS.
Si, por alguna razón, mi relación personal con Dios, o "comunión íntima" como la llama David en el Salmo 25:14, se hace nula, el resultado es (empezando de atrás para adelante en lo antes mencionado):
1- Mi carne comienza a familiarizarse con algún otro "bien" fuera del Señor
2- Este "duro de cabeza" no tiene quien lo trate y doblegue
3- Las experiencias de la vida cotidiana no solo no responden preguntas sino que generan más y más, y alguna que otra queja también.
4- Ningún libro es usado por Dios para llevarme a él o hacerme entender algo. NO porque EL no quiera, sino porque el "duro de cabeza" no cree tener necesidad de aprender algo.
5- No solo Dios no me habla de manera personal a través de Su Palabra, sino que más bien parece ser un libro solo para copiar algunas historias y palabras que me permitan hacer predicaciones que la congregacion pueda considerar "bíblicas".
6- Y el tema específico que hablo esa semana puede ser lo que se me ocurrió mientras pensaba desesperadamente quéhablar.
Muerto sin que se note
Llevo unos 15 años predicando y he pasado por esa terrible situación muchas veces.
Hace un tiempo escuché en España a un pastor que en una conferencia para pastores hablaba de las virtudes de predicar sistemáticamente la Biblia libro por libro.
Muchas de las razones las comparto y creo que esa también es una forma que Dios usa para edificar a la Iglesia.
Pero este pastor también dijo: "Una excelente razón para predicar libro por libro es que esto te libra de la terrible carga de pensar cada semana QUÉ predicar. Si tú, por ejemplo, estás enseñando la carta de Pablo a los Filipenses y el domingo pasado predicaste sobre Filipenses 1:27, el domingo siguiente ya sabes que tienes que predicar el versículo siguiente".
Me pareció terrible que eso se dijera con tanta seguridad y soltura y fuera aceptado tan ampliamente en ese círculo de esa clase de pastores.
¡Creo que esa es una gran tentación!
En el caso que me desconecte de Dios puedo seguir predicando cada domingo sin ningún problema. Tan solo necesito continuar con el pasaje que continúa del libro que estoy enseñando, acudo a unos cuantos comentarios que desarrollen lo que ese pasaje enseña, lo relaciono con algún pasaje que me acuerde... Y YA ESTÁ... hasta la semana siguiente (donde por supuesto vamos a continuar con el versículo que nos toca)...
Por favor NO me malentiendan: NO estoy diciendo que predicar sistemáticamente la Biblia libro por libro esté mal. ¡NO!
Es una excelente manera de "edificar el cuerpo de Cristo y perfeccionar a los santos" (Efesios 4:11).
Me refiero a otra cosa
Hablo puntualmente de esto:
1- NUNCA la necesidad de preparar una predicación o estudio bíblico debe ser nuestro único contacto con las Escrituras. ¡NUNCA!
2- NUNCA nuestro tiempo de oración debe limitarse solo a unos minutos por buena costumbre antes de preparar una predicación o estudio bíblico. ¡NUNCA!
3- NUNCA debemos predicar o enseñar algo que antes no estuvo bien masticado y digerido por nosotros (y en muchos casos nos ha confrontado y nos hace entender a aquellos a los que luego nos dirigiremos).
4- NUNCA, aun predicando sistemáticamente la Biblia libro por libro, podemos creer que ya no tenemos la necesidad de acudir al Dios Soberano para preguntarle qué quiere EL que se hable esa semana EN SU IGLESIA.
5- NUNCA podemos llegar a imaginar que es suficiente con decir algunas cosas correctas desde el púlpito cada domingo. ¡NUNCA!
¡Caigamos en la realidad! Hay pastores que me han expresado su preocupación ya que hoy en día mucha gente va a la Iglesia muy de vez en cuando, porque prefieren quedarse en su casa el domingo escuchando alguna predicación de no se quien por internet.
Hermano... ¡hoy es una realidad!...
Hace poco alguien me contó que fue a la Iglesia donde se congrega y escuchó el sermón del pastor y anotó algunas cosas. Luego se fue a su casa y buscó una de las frases por internet y descubrió que toda la predicación estaba extraída de un sermón de no se quien... ja...
¡Despertemos!
Si el grupo de alabanza de nuestra Iglesia parece recién venido del funeral de alguien, si nuestra comunión con Dios es un recuerdo borroso y nuestras predicaciones cualquiera se las puede descargar escritas por internet en su versión original... O aun mejor, puede descargar el audio de una predicación de tal o cual pastor que verdaderamente puede decir como el salmista: "Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo" (Salmo 42:2)... Entonces... ¿nos parece raro que muchos nos digan:"Ahhh... pastor... no vine el domingo porque me quedé en casa escuchando la reunión de tal iglesia que está en...(X país)"?
Creo que en ciertos casos se trata de personas que idolatran al pastor mengano (y más si habla en inglés) o que siempre piensan que el "sol de justicia" brilla más en otro lado.
Pero en otros casos puede tratarse de hermanos genuinos que prueban las aguas que salen de nuestros púlpitos y ya no pueden más de sed y han encontrado en internet lo que se han cansado de buscar en nuestra Iglesia.
Y por último
Me gustaría finalmente dejar un buen consejo para todos nosotros:
6- NUNCA dejemos que nuestra necesidad de preparar una predicación o estudio bíblico vaya por delante del fruto diario de nuestra intimidad con Dios.
¿A qué me refiero?
A veces me ha pasado que tengo que preparar un estudio de la Palabra para el día miércoles, por ejemplo, y cuando lo voy a hacer no tengo nada para dar. De la nada tengo que comenzar a escarbar y escarbar sobre algo que no estaba en mi corazón, ni significa algún tipo de carga, ni tengo ningún interés por predicarlo.
¿Por qué? Porque he dejado que mi necesidad de preparar una predicación o estudio bíblico esté por delante del fruto diario de mi intimidad con Dios.
Debe hervir hasta derramarse
A la hora de preparar nuestras predicaciones o estudios bíblicos nuestra vida debe poder decir como el escritor del Salmo 45.
Muchos coinciden, entre ellos Charles Spurgeon ("El Tesoro de David". Pag. 338), que el Rey al que se refiere el Salmo 45 es Jesús.
De EL, el autor dice: "Eres el más hermoso de los hijos de los hombres, la gracia se derramó en tus labios" (45:2).
Pero prestemos atención a cómo este autor describe lo que le pasa ante este Rey:
(45:1).
John MacArthur explica que "el término hebreo que designa 'rebosa' significa 'hervir y derramarse'". Y agrega que Dios debe "calentar el corazón de tal modo que, figurativamente, alcanza su punto de ebullición... (Así) la alabanza es la ebullición de un corazón ardiente" ("El Ministerio Pastoral". Pag. 297).
De la misma manera podemos decir que nuestras predicaciones y estudios de la Palabra deben ser cada semana la"ebullición", ese "hervir y derramarse" "de un corazón ardiente" por Dios. Parte del fruto de...
Para cuando llega el día de preparar una predicación o estudio de la Palabra nuestra vida debe estar ya llena de versículos, enseñanzas, respuestas, frases, ideas, argumentos, adoración a Dios y grandes ejercicios del corazón que hacen que eso que vamos a preparar rebose de Dios.
¡NUNCA la necesidad de preparar una predicación o estudio bíblico debe ganar la carrera e ir por delante!. ¡Siempre debe ir por detrás de un Dios que hace rebosar de asombro, regocijo, quebrantamiento, confrontación, consuelo y todo lo que EL disponga!
Charles Spurgeon alguna vez dijo: "Si ustedes, como ministros, no son llenos de oración, deben ser compadecidos. Si llegan a ser flojos en la devoción sagrada, no solo ustedes necesitan compasión, sino también sus congregaciones"(Citado en "Lo Mejor de E.M. Bounds". Pag. 450).
Y E.M. Bounds mismo escribió: “¿Cómo puede un hombre predicar si no ha conseguido su mensaje fresco de Dios en la cámara secreta? ¿Cómo puede predicar si no tiene su fe avivada, su visión lúcida y su corazón caldeado por su estrecha unión con Dios? ¡Ay del púlpito cuyos labios no son tocados por esta llama de la cámara secreta! Árido y sin unción será siempre y las verdades divinas nunca vendrían con poder de semejantes labios. Hasta donde los intereses verdaderos de la religión atañen, un púlpito sin una cámara secreta siempre será una cosa estéril” (“El predicador y la oración”. Pag. 41).
Luis Rodas
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