“Dad a Jehová la gloria y el poder.
Dad a Jehová la gloria debida a su nombre" (Salmo 29:1,2)
Al hacer esto simplemente estamos dándole lo que es suyo.
En nuestras manos todo esto es altísimamente peligroso, nocivo, injusto.
En sus manos, simplemente justicia.
Thomas Watson (1620-1686):
“Es malo cuando la lengua (ese órgano creado para alabanza) está fuera de tono y comienza a ejecutar sonidos de murmuración y descontento.
Pero cuan bueno es estar agradecidos.
Cuanto más agradecidos estamos, más santos somos. Mientras que pagamos este tributo de alabanza, nuestra porción de la gracia aumenta. En otras deudas, cuanto más pagamos, menos tenemos; pero cuanto más pagamos esta deuda de gratitud, más gracia tenemos en nuestras vidas.
Si deseas ser agradecido, consigue un corazón profundamente humillado con el sentido de tu propia vileza.
Un corazón quebrantado es el instrumento para hacer sonar las alabanzas de Dios.
Quien tiene conciencia de sus pecados ve su nada y sabe que su única esperanza es Dios.
Pablo escribió de él mismo: ‘habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador, mas fui recibido a misericordia’ (1 Timoteo 1:13).
¡Cuán agradecido era Pablo!.
Un hombre orgulloso nunca será agradecido. El, al recibir las misericordias de Dios, se ve merecedor de ellas.
Si él tiene alguna posesión, lo atribuye sólo a su ingenio y destreza para conseguirlo, no teniendo en cuenta que las Escrituras recuerdan: 'acuérdate de Jehová tu Dios, porque EL te da el poder para hacer las riquezas' (Deuteronomio 8:18).
El orgullo detiene la corriente de gratitud.
Oh cristiano, piensa en tu indignidad; mírate a ti mismo como el menor de los santos y el primero de los pecadores, y luego se agradecido"
(“Having a Thankful Heart”).
Ejercítate hoy en esta práctica:
- ora en este momento por todas tus actividades del día. Pide por cosas concretas en las que anhelas que Dios obre hoy.
- haz lo mismo por tu familia y hermanos en la fe
- cuando veas durante el día que Dios responde tómate el tiempo a solas para agradecer con tu boca a Dios por esa misericordia
- al llegar la noche recuerda todas las misericordias de Dios contigo en ese día. Recorre con tu mente cada una de ellas. Y luego ora al Dios cuya “fidelidad alcanza hasta las nubes” (Salmo 36:5), agradeciéndole por todo. El Salmo 92:2 nos llama a “anunciar su fidelidad cada noche”.
No lo pienses solamente, arrodíllate delante de tu Dios y dilo con tu boca.
¡Qué calidad de vida diferente vive el hombre ejercitado en gratitudes a Dios!.
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