Hay momentos que son simplemente dolorosos. Ser positivo y no sufrirlos es un error que comete los pecados de insensibilidad, superficialidad, irresponsabilidad y/o engaño hacia uno mismo.
Hay aflicciones que simplemente hay que sufrirlas.
¿Qué debe pensar uno para evitar la tristeza allí?
No, esa no es la pregunta adecuada. En ciertos momentos, por supuesto no en todos, simplemente hay que sufrir.
Un ejemplo lo encontramos en la carta de Pablo a los corintios. El dice: "De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él" (1 Corintios 12:26).
Allí no encontramos ningún positivismo vacío.
Pablo a veces simplemente sufría. Como cuando escribe: "¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?" (2 Corintios 11:29).
En otro momento, a uno de esos períodos de aflicción, se le sumaba la enfermedad crítica de un hermano. Y él escribe:
"Pues en verdad estuvo enfermo, a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él, y no solamente de él, sino también de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza" (Filipenses 2:27).
En ciertos tiempos devastadores donde se hacen carne las palabras de Jesús "en el mundo tendrés aflicción" (Juan 16:33), hay que simplemente participar de las aflicciones con persistencia.
¿Cómo?
Pablo nos bendice con la gran clave para esto:
"participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios"
(2 Timoteo 1:8)
Luis Rodas
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Etiquetas:
cristianismo,
Sufrimiento
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