“No hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado” (Juan 2:16).
Al entrar en el templo de Jerusalén, Jesús reacciona con estas palabras. Lo cual quería decir “No usen la casa de mi Padre como un lugar para hacer su propio comercio”.
La palabra “mercado” viene del griego “empórion”, de la cual deriva nuestro vocablo “emporio”. Y a su vez, "emporio", en el diccionario de la "Real Academia española", es definido como “lugar donde concurren para el comercio”.
¡Esto es algo que, podemos decir con toda seguridad, sigue sucediendo aún en nuestros días!
Gente que usa a Dios y aquellos que le buscan, como un medio para su propio enriquecimiento.
El motor que los impulsa es el amor. Pero NO un amor a Dios (Filipenses 3:8), ni el amor por la Iglesia del Señor (2 Timoteo 2:10); sino un profundo apego al dinero. ¡Y este "amor al dinero" (1 Timoteo 6:10) que los lleva "por avaricia a hacer mercadería" de la Iglesia del Señor (2 Pedro 2:3), es una muestra clara de que no conocen a Dios (Tito 1:16).
1 Timoteo 6:5 los describe como "hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia".
Ellos se presentan como "grandes siervos" de Dios, pero encubiertamente sirven a otro dios: el dinero. Por esto Colosenses 3:5 dice que la "avaricia" es "idolatría".
¿Cuál debe ser nuestra actitud ante esto?
¿Qué ejemplo bíblico tenemos?
Muchos pasajes bíblicos nos instan a apartarnos de esto por completo (2 Tesalonicenses 3:6-9; Tito 1:10,11; Judas 3,4; Apocalipsis 2:2).
¿QUÉ HIZO JESÚS ANTE ESTAS COSAS?
¿Qué ejemplo nos dejó?
¿Cuál es la perspectiva de Dios mismo ante el comercio de la fe?
Un azote de cuerdas y un mandato:
“No hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado” (Juan 2:16).
Luis Rodas
.
0 comentarios:
Publicar un comentario