Su amor en las palmas de sus manos

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito” (Juan 3:16).

No debemos basar nuestra certeza en el amor de Dios hacia nosotros en lo que vemos. Es cierto. Pero, ¿y qué cuando ya no se trata de que Dios supla mis caprichos o gustos, sino de que el Dios que se presenta como el mismo AMOR, permite alguna situación realmente dramática en mi vida?
Como el caso de Richard Wurmbrand. 14 años preso. Torturado. Y luego 5 años más preso.

Solo una fe real, genuina, “mucho más preciosa que el oro” (1 Pedro 1:7), puede mantenerse creyendo que como hijos de Dios somos los “amados por el Señor” (2 Tesalonicenses 2:13) bajo circunstancias así.
Una fe genuina y madura que se mantenga firme en la Palabra de Dios (Romanos 8:16-39).

Una fe segura de que no importa lo que nuestros ojos vean, no importa lo que todo el mundo diga, no importa cuanta aflicción estemos pasando en este mundo, somos los amados por Dios. Sus hijos amados.

En este punto, cuan maravillosas son las palabras de Dios en Isaías 49:14-16:
"Pero Sion dijo: Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí.¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti.He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros".

Esto “alude a la costumbre de los judíos de tatuar en las manos una representación de su ciudad y del templo, en señal de celo por ellos” (Jamieson, Fausset, Brown).
De la misma manera Jesús lleva esculpida en sus manos la señal de su amor por nosotros. El aún lleva en sus "manos la señal de los clavos" (Juan 20:25).

Cuan difícil es comprender que el Dios creador del Universo, el cual los cielos de los cielos no lo pueden contener, me ama a mí. De tal manera que envió a Su propio Hijo por mí. Y lleva su amor por mí en las palmas de sus manos.

Oh precioso Señor… ¡Cuan precioso es tener certeza y convicción (Hebreos 11:1) en este amor inmutable!


Luis Rodas


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