Para entender mejor esta octava parte de "Algunos consejos prácticos para nuestros tiempos de adoración" te recomiendo que leas primero las anteriores:
- 1- Algunos consejos prácticos para nuestros tiempos de adoración
- 2- Huyendo de la obra de teatro hacia Dios
- 3- La adoración más intensa: cuando nadie nos ve
- 4- La adoración viene luego de contemplar la hermosura de Dios
- 5- ¿Dios habita en la música o en la alabanza, de su pueblo?
- 6- Cuando adores puedes repetir, pero... ¡cuidado!
- 7- Dos extremos peligrosos en la adoración
En el versículo 9 del pasaje que estamos viendo (Mateo 6:5-15), encontramos que Jesús nos enseña que la primera petición debe ser: "santificado sea tu nombre".
Thomas Watson, el puritano inglés del siglo 17, explicó que "en esta petición, pedimos que el nombre de Dios pueda brillar gloriosamente" ("The Lord's Prayer". Pag. 34).
La expresión "santificaré mi nombre" o "me santificaré", la encontramos varias veces en las Escrituras.
Un ejemplo lo vemos en Ezequiel 36:20-23:
El pueblo de Israel, a través de su pecado, había manchado el nombre de Dios dejando un horrible testimonio.
Por lo que Dios dice:
"Y cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo nombre, diciéndose de ellos: Estos son pueblo de Jehová, y de la tierra de él han salido.
Pero he tenido dolor al ver mi santo nombre profanado por la casa de Israel entre las naciones adonde fueron.
Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado.
Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos".
Dos capítulos después lo repite:
"Y seré engrandecido y santificado, y seré conocido ante los ojos de muchas naciones; y sabrán que yo soy Jehová" (Ezequiel 38:23).
Dios aseguraba que se iba a glorificar a sí mismo en medio de las naciones.
De esta manera cuando clamamos "santificado sea tu nombre", no pedimos que Dios sea más Santo de lo que ya es (cosa imposible ya que Dios YA es Perfecto, por lo que no puede elevar Su Perfección. Ya es TODO lo Perfecto que podría ser).
Sino que se trata de un clamor porque las Virtudes gloriosas y perfectas de Dios sean vistas y sea manifiesto a TODO lo creado que "Jehová es grande, y el Señor nuestro mayor que todos los dioses" (Salmo 135:5), "porque todos los dioses de los pueblos son ídolos; pero Jehová hizo los cielos" (Salmo 96:5), "mas Jehová es el Dios verdadero; El es Dios vivo y Rey eterno" (Jeremías 10:10), "El salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra" (Daniel 6:27).
Por esto preguntamos como el salmista: "¿Quién como Jehová nuestro Dios?" (Salmo 113:5).
La primera y grande petición
Thomas Watson también escribió de manera exacta: "Esta petición debe ser puesta delante de todas las demás. El que Dios sea glorificado debe ser preferido antes que todas las cosas. Oramos 'santificado sea tu nombre' antes de pedir 'el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy'. Y aun debe ser preferida antes que la salvación misma. En Romanos 9:23 vemos que la gloria de Dios tiene más valor que la salvación de todos los hombres.
Así como Cristo dijo del amor en Mateo 22:38: 'Este es el primero y grande mandamiento'; así podemos decir que esta petición: 'Santificado sea tu nombre', es la primera y grande petición, que contiene lo más importante en la religión: la gloria de Dios" ("The Lord's Prayer". Pag. 34).
La gran misión
El deber de la vida de todo lo creado se puede resumir con toda seguridad en GLORIFICAR A DIOS.
Salmo 150:6 ordena: "Todo lo que respira alabe a Jehová".
Donald Hustad alguna vez escribió: “Todo lo que tiene vida debería adorar (a Dios)” (“Jubilate II”. Pag. 124).
Así, con mayor responsabilidad por haber recibido gracias incalculables e incomparables, la Iglesia debe tener como fin último en todo lo que hace, esta GRAN MISIÓN.
1 Pedro 2:9 nos enseña que esa misión final es "anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable".
Robert Saucy explicando esto escribió: “La adoración es central en la existencia de la Iglesia... el propósito principal de la Iglesia es la adoración de Aquel que la trajo a la existencia” (“The Church in God’s program”. Pag. 166).
Tal vez pienses: "Bueno... pero la llamada gran comisión no es adorar a Dios, sino 'id, y haced discípulos' (Mateo 28:18-20)".
¡Y esto es verdad! Pero el propósito final detrás de esta "comisión" NO es ni la recuperación de un mundo que se le fue de las manos a Dios, ni el intento desesperado de un abuelito que ve que sus nietitos queridos andan por el mal camino. ¡NO!
En Efesios encontramos que Dios simplemente está siguiendo Su "propósito eterno" (Efesios 3:11) "el cual se había propuesto en sí mismo" (Efesios 1:9). Y este PROPÓSITO es "PARA ALABANZA DE SU GLORIA" (Efesios 1:6,12,14).
A Dios le ha placido "mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de Su gracia en Su bondad" (Efesios 2:7); "hacer notorias todas Sus grandezas" (1 Crónicas 17:19).
De esta manera podemos ver en 2 Tesalonicenses 1:10 que el propósito de Dios en su regreso es, "cuando venga en aquel día ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron".
"Poned gloria en su alabanza" (Salmo 66:2)
Así concluimos que nuestras reuniones en las congregaciones deben ser tiempos gloriosos de exaltación al Dios Sublime.
"Su alabanza sea en la congregación de los santos" (Salmo 149:1).
El pueblo de Dios debe gloriarse con canciones, palabras y corazones apasionados, en el Dios que NO tiene comparación.
"Gloriaos en su santo nombre" (Salmo 105:3).
El mandato de la Palabra es:
"Exaltad a Jehová nuestro Dios, Y postraos ante su santo monte, Porque Jehová nuestro Dios es santo"(Salmo 99:9).
Músicos... por favor
El corazón de los músicos en la congregación debe estar impulsado por una pasión viva:
"Todas las naciones que hiciste vendrán y adorarán delante de ti, Señor, Y glorificarán tu nombre.
Porque tú eres grande, y hacedor de maravillas; Sólo tú eres Dios" (Salmo 86:9,10).
Esto por supuesto no va a suceder en su plenitud hasta que "haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies" (1 Corintios 15:25) y allí "en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para GLORIA DE DIOS PADRE" (Filipenses 2:10,11). ¡PERO DEBE SER NUESTRO CLAMOR Y PROPÓSITO PRINCIPAL!
Si eres músico en tu Iglesia y tienes muchas otras peticiones en tu corazón antes que esta, ¡arrepiéntete! Necesitas arrepentimiento, humillación y búsqueda incesante para conocer a Dios.
Graham Kendrick escribió: "La adoración es una respuesta, y crecerá o disminuirá en proporción directa a la visión que tengamos de EL" (www.grahamkendrick.co.uk).
Una vez que tu mente y corazón estén llenas de la gloria de Dios, verás que EL es MUCHO MÁS DIGNO de ser glorificado que tú de recibir esas cosas que en este momento te ocupan.
Luego El sabrá qué es bueno para ti y qué no. Tranquilo, EL "es galardonador de los que le buscan" (Hebreos 11:6).
Iglesia... por favor
Y si no participas del equipo de alabanza de la Iglesia y simplemente te congregas, un gran consejo es que no vayas a las reuniones de la Iglesia ni a cumplir, ni a dar las sobras... ¡Prepárate!... Como escribió Matt Redman, "Dios no se deleita en una espiritualidad del tipo 'fast-food" ("Postrados en adoración". Pag. 46).
Prepárate antes de ir a la Iglesia sabiendo que vas a ir a rendirle culto al Dios Altísimo junto a tus hermanos. Y por favor ora por aquellos que van a dirigir la reunión. Es una tarea extremadamente fácil criticarlos, pero la Iglesia somos todos y parte de la culpa, si se están haciendo las cosas mal, es por la falta de "oración y súplica en el Espíritu" (Efesios 6:18) de TODOS.
Tanto pastores como músicos necesitan de nuestras oraciones. En ellos también se cumple 1 Pedro 5:9: "Sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo"; y necesitan nuestro apoyo.
Luego estando allí, humíllate, ora como el salmista:
"¿Quién podrá entender sus propios errores?
Líbrame de los que me son ocultos" (Salmo 19:12).
Y luego clama a Dios por Su Espíritu. Que Su Espíritu pueda llenarte (Efesios 5:18) y cumplir las palabras de Jesús en tu vida: "EL me glorificará" (Juan 16:14) y "alumbrar los ojos de (tu) entendimiento" (Efesios 1:18); porque "el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios" (1 Corintios 2:14), pero "en cambio el espiritual juzga (discierne, percibe) todas las cosas" (1 Corintios 2:15). Así las cosas de Dios son "reveladas a nosotros por el Espíritu" (1 Corintios 2:10) y podemos unirnos a la adoración celestial donde todos "se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: "Señor, digno eres..." (Apocalipsis 4:10,11).
Un clamor
¡NECESITAMOS principalmente corazones apasionados, impulsados, conmovidos, aprisionados, derretidos... por este GRAN CLAMOR... por esta "primera y grande petición": "¡SANTIFICADO SEA TU NOMBRE!"...
Luis Rodas
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Etiquetas:
Consejos para músicos cristianos
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