BENDECIDO CON UN CORAZÓN QUEBRANTADO. Primeros pensamientos del día.

"Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;

al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios" 

(Salmo 51:17).

John Bunyan (1628-1688):

“Este 'corazón contrito y humillado' es algo excelente sólo para Dios. Dice el salmo: “No despreciarás TÚ, OH DIOS”.

El mundo no tiene esta estima o respeto hacia alguien quebrantado y con espíritu contrito. No, no... un hombre, una mujer, que ha sido bendecido con un corazón quebrantado, está tan lejos de conseguir esa estima del mundo, que ellos son vistos como las cargas y problemas de las casas donde quiera que estén o vayan.

Tales personas llevan consigo abusos y rechazo: son para sus familias de sangre como David lo fue para el rey de Gat: la molestia y el problema de la casa (1 Samuel 21:10-15).

Sus suspiros, sus lágrimas, sus gemidos de día y noche, sus clamores y oraciones, caminatas solitarias, descolocan a toda la familia carnal.

Por esto son mirados de reojo por unos, despreciado por otros, y esquivada su compañía y abandonado por los demás.

Pero subraya el texto: 'Al corazón contrito y humillado NO DESPRECIARÁS tú, oh Dios’.

Y no sólo no lo desprecia, sino que es bien aceptado; ya que lo estima fijando un alto precio por ese corazón.

Ese pecador de corazón quebrantado que tiembla ante Su Palabra es estimado por Dios.

Presta atención a Isaías 66:2: 'miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi Palabra’.

Al decir ‘miraré’, se refiere a ‘éste hombre cuidaré’, ‘sobre él acamparé’, ‘en él pondré mi protección’. Esto es lo que significa bíblicamente (Proverbios 27:23; Hechos 20:28).

Dios ama y desea tener intimidad con ese corazón. El habita, cohabita con el hombre de corazón quebrantado, con aquellos de espíritu contrito:

'Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu’ (Isaías 57:15)".

(“The Acceptable Sacrifice”).

¡Cultivemos cada día, entonces, de forma primordial, un corazón contrito y humillado ante Dios!.

Luis Rodas