“Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34).
Jesús vivió concentrado en hacer la obra de Aquel que lo envió.
¡Vaya aprovechamiento del tiempo!
Hace poco leí esto al respecto y me pareció que tiene mucho para enseñarnos:
Si tuvieras una cuenta bancaria que te acredita cada día 86.000 dólares que debes usar ese día sí o sí, sin dejarte posibilidad alguna de que dejes algo de dinero para el siguiente día, ¿qué harías?
Si no lo usas ese día, lo pierdes...
Extraerías cada centavo cada día y lo usarías para tu beneficio, por supuesto.
Bien, tienes un banco similar y su nombre es TIEMPO.
Cada mañana te acredita 86.4000 segundos. Y cada noche se mira tu saldo y lo que no has usado provechosamente se genera como pérdida.
Al día siguiente se inicia otra nueva acreditación, y cada vez que fallas en hacer buen uso de tu depósito sufres gran pérdida. Nadie te devuelve todo ese valor perdido.
Y aunque es verdad que lo que pierdes cada día se te vuelve a depositar al día siguiente, un día te encontrarás con la realidad que todo se te confiaba para que hicieras algo.
Un día daremos cuenta por cada centavo….
Luis Rodas
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