"Porque tu misericordia está delante de mis ojos,
y ando en tu verdad"
(Salmo 26:3).
Gracia y verdad, dos supuestos contrincantes de bandos opuestos, pero en realidad amigos que se complementan profundamente para guiarnos a un solo lugar: la intimidad con Dios.
A lo largo de los años nada he visto que despierte más sentimientos de ira y rechazo que la supuesta guerra entre la gracia y la verdad.
David, en este salmo 26, los entrelaza hermosamente sin ningún conflicto.
Mientras dice: "yo en mi integridad he andado". Luego agrega que su confianza no está en él mismo: "he confiado asimismo en Jehová sin titubear" (26:1).
Mientras se declara totalmente dependiente de la misericordia de Dios en su vida: "Porque tu misericordia está delante de mis ojos". Luego agrega que vive en obediencia a Dios: "Y ando en tu verdad" (26:2).
Mientras relata su vida de integridad en los siguientes ocho versos (26:4-11) culminando: "yo andaré en mi integridad"; en el verso 11 no ve ninguna contradicción en clamar de todo corazón: "Redímeme, y ten misericordia de mí". Y finalizando: "Mi pie ha estado en rectitud" (26:12).
¿David buscaba agradar a Dios con su vida y consideraba esto fundamental para caminar en intimidad con Dios? ¿O sólo se lanzaba a la gracia de Dios para salvarlo, sustentarlo y guiarlo a esa intimidad?
La respuesta es: LAS DOS COSAS.
No es esto O lo otro. Es esto Y lo otro. Gracia y verdad están unidos inseparablemente.
Si una persona busca relacionarse con Dios SÓLO a través de guardar los mandatos de Dios, aún sigue en Moisés. Pero aquel que está en Cristo entiende la unidad profunda entre gracia y verdad (Santiago 2:14-26; Efesios 2:1-10).
Juan 1:17 lo resume: "La ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo".
¿Puedes ver esas dos obras entrelazadas tan inseparablemente de gracia y verdad?
David muestra salmo tras salmo que su relación intima con Dios es vivida bajo esta unidad de gracia y verdad (Salmo 43:3,4). Es así como en medio de este salmo, escribe: "Jehová, la habitación de tu casa he amado, y el lugar de la morada de tu gloria" (26:8).
La gracia nos guía hacia la verdad (Salmo 119:33,34,124), impulsa el corazón para que la amemos (Salmo 119:36,97,111,117), nos da fuerzas para vivirla (Salmo 119:32,88,145), y nos recompensa por practicarla (Salmo 119:165; 19:7-11).
La verdad quita todo obstáculo para experimentar más gracia y disfrutar de genuina comunión con Dios (Salmo 15).
Esta es la razón por la que infinidad de citas del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento son usadas para instar a la obediencia y santidad (por ejemplo 1 Pedro 3:8-12 y 1 Corintios 10:1-12), y NO para simplemente decir: "ahora vivimos en la era de gracia. Ya no necesitas esos mandatos morales del Antiguo Testamento".
La realidad es que "con misericordia y verdad se corrige el pecado, y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal" (Proverbios 16:6).
Aquellos enfurecidos atacantes contra toda mención de la verdad en la que debemos vivir y todo velar para la santidad, imaginan tener una revelación más pura y profunda de la gracia. Pero en realidad su comprensión y confianza en la gracia es tan débil que no soportan verse expuestos a la verdad de Dios al no encontrar cómo defenderse del desánimo y la frustración.
Así, llenando sus bocas de la defensa de la gracia, en realidad necesitan confiar más en ella.
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