“Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34).
Como hablamos en los últimos dos devocionales, Jesús vivía concentrado en la razón por la que estaba aquí.
No perdía el tiempo.
¡Que ejemplo!
Ayer vimos algunos consejos prácticos que nos pueden ser útiles para esto. Hoy veremos algunos más:
- Algunos enemigos de la buena administración del tiempo son:
1- Llevar a cabo tareas innecesarias, las cuales en muchos casos se hacen porque nadie se paró a pensar su utilidad. Cada cierto período debemos cuestionarnos si lo que hacemos tiene un sentido real.
2- Es un error hacer tareas que pueden realizar otros. Debemos abrir el espacio para que otros puedan hacer eso, y así nosotros intentar concentrarnos en tareas que no pueda hacer otra persona. Cada uno tiene sus habilidades dadas por Dios.
3- Cuanta gente pierde muchísimo tiempo valioso porque no se detuvo antes a calcular la relación tiempo/ dinero/ esfuerzo/ calidad. La pregunta debe ser: ¿Hay una mejor manera para hacer esto?
Calculas tiempo/dinero/esfuerzo/calidad de las diferentes posibilidades y eliges la posibilidad más sabia.
El tiempo que te detienes calculando esto antes de hacer algo, luego lo recuperarás con creces.
Piensa esto: si algo te está llevando muchas horas pero no había una manera mejor, está bien, ¡alaba a Dios! El Señor te ha confiado llevar adelante esa tarea en ese momento. Pero si algo te está consumiendo preciosas horas simplemente por falta de planificación, ¡cuidado!…
El tiempo tiene un valor precioso que Dios te confió. Es una de esas cosas de valor inestimable. ¿Intenta comprar los minutos pasados?
¿Verdad que ningún dinero lo puede comprar?
Luis Rodas
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