“Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34).
Jesús usaba mucho la parábola y la metáfora para enseñar y expresarse. Y aquí, en el capítulo 4 de Juan, encontramos bastante de esto.
Por ejemplo en los versículos 31 y 32 los discípulos que llegaban de haber ido a comprar alimentos le ruegan a Jesús que coma. Pero EL les responde: "yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis".
Ellos se quedan confundidos pensando quién le habría traído comida. Pero el Señor explica: "mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra" (Juan 4:34).
Muchas veces estas analogías no eran comprendidas de primera mano, pero luego al ser explicadas no sólo cobraban mucho sentido, sino que, como toda buena analogía, brindaban mucha riqueza en pocas palabras.
Aquí tenemos al más grande maestro y orador que pisó esta tierra, llevando al límite el limitado lenguaje humano. Y enseñándonos acerca del trabajar en la obra que Dios nos manda a hacer.
El Señor "cansado" (4:6) luego de mucho caminar, seguramente poco comer y dormir, y bajo el sol de las 12 del mediodía (4:6), necesitaba reponer fuerzas con comida.
El cuerpo al hacer algún tipo de actividad física quema hidratos de carbono y grasas para producir energía, esto es lo que nos sucede cuando decimos que estamos cansados.
Para recuperar estas energías necesitamos dormir y volver a ingerir nutrientes.
Por esto "los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come" (Juan 4:31).
Pero el Señor va a sorprenderlos… a ellos… y quizás a nosotros también:
1- ser negligentes en la obra que Dios nos encomendó nos debilita.
2- ocuparnos activamente en la obra que Dios nos encomendó renueva nuestras fuerzas.
Claro, por supuesto, Jesús no se está refiriendo a que no comamos ni durmamos. ¡Debemos hacerlo!
Pero el Señor está dándonos una gran clave que muchas veces se ignora: es MUY PELIGROSO ser negligente con lo que Dios nos ha confiado.
No sólo traerá consecuencias eternas (1 Corintios 3:13-15), sino que vaya a saber cuantos problemas matrimoniales, tentaciones, tibiezas y confusiones se evitarían si ocupamos nuestra vida en esa "comida" que tan gustosamente comía Jesús.
Como escribió J.C. Ryle, "hacer bien era para Jesús no sólo un deber y una delicia; era su sustento, su alimento y su bebida" ("The Gospel of John").
¿Tu vida está plenamente activa en lo que Dios te mandó a hacer?
¿O estás distraído en pérdidas de tiempo y debilitado?
Luis Rodas
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