OH BENDITO DESPERTADOR AL ALMA Últimos pensamientos del día

“El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa” (Juan 4:53).

Aquí tenemos la historia de este hombre en una situación económica y social que seguramente muchos envidiaban. El era “un oficial del rey” (4:46) que tenía “siervos” en su casa (4:51).
Pero de pronto ni dinero, ni reputación, ni contactos políticos, podían ayudarlo. Su hijo estaba muriendo (4:46,47).

Y es justamente este momento que parece traer la peor tormenta sobre su vida, el comienzo del día más brillante, inolvidable y glorioso.
Es eso mismo que parece hundirlo en una terrible tragedia, el medio para alcanzar la más grande bendición. Jesús sana al hijo de este noble y EL CREE CON TODA SU CASA (4:53).

Tal vez si su hijo no se hubiera enfermado, este hombre hubiera vivido distraído en las vanidades de este mundo, pensando que estaba viviendo una posición privilegiada. Hasta que en su misma muerte descubriera su condenación y la maldición de haber vivido un espejismo.
Para esto los sufrimientos son como un despertador al alma. Nos despiertan innumerables veces a la eternidad.
Con que facilidad nos distraemos de la verdadera vida. Cuanta habilidad tenemos para deslizarnos en el sin sentido dejando pasar semanas, meses y años.

En este hombre no fue su posición de “oficial del rey” lo que lo llevó a clamar a Jesús. No fue su comodidad, su bienestar, la salud, no la ausencia de problemas. Sin embargo cuanto atesoramos estas cosas.

J.C. Ryle (1816-1900) escribió al respecto:
“Guardémonos de murmurar cuando venga alguna desgracia. Persuadámonos de que cada dolor que nos sobreviene tiene su significado, su designio, y desciende como un mensaje de Dios.No hay lecciones tan útiles como las que se aprenden en la escuela de la aflicción. No hay comentario que nos aclare tanto el contenido de la Biblia como las enfermedades y el pesar (Hebreos 12:11)"(“John. Expository Thoughts on the Gospels”).

Oh Dios... líbrame de la necedad de temer tanto al sufrimiento...


Luis Rodas


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