“Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” (Juan 4:13,14).
Cuantas lecciones encontramos en esta actitud de Jesús con la mujer samaritana. El Señor no sólo confrontó su pecado (4:17,18), sino que confrontó aún la raíz y la necedad de su pecado.
El agua es un elemento fundamental para el ser humano. Jesús no le dijo "olvídate de esas necesidades básicas que tienes de amor, paz, gozo, felicidad, compañerismo, comprensión, etc….". ¡NO!
Al hablarle de beber agua estaba reconociendo todo eso como necesidades validas.
La confrontación fue: "¿te das cuenta que estás buscando todo eso en fuentes que no sacian tu necesidad?".
La mejor señal que nos da el cuerpo de que tenemos necesidad de agua es la sed.
Jesús le está preguntando a esta mujer: "¿Puedes darte cuenta que has bebido en muchas fuentes y tu interior sigue pidiéndote agua?".
Así podemos preguntarnos hoy nosotros:
¿Estamos corriendo de fuente en fuente buscando saciarnos?
¿Corremos de persona en persona buscando su aprobación?
¿Algo en nuestro interior sigue diciéndonos que nada de eso nos sacia?
Mira a Jesús hoy… Precioso… Suficiente…. Con amor inagotable. Su Persona misma es verdadera "agua viva" (4:10).
El sabe de tus necesidades más básicas y de tu sed.
Luis Rodas
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