Hace un tiempo leí algo interesante sobre los puercoespines (aunque no recomiendo a su autor ni a su libro. Fue lo único bueno que encontré allí).
¿Sabes cómo se relacionan entre sí los puercoespines?
El puercoespín es un animal cuya piel está cubierta de púas. Esto los defiende de cualquier atacante, ya que al apenas tocar a uno de ellos, esas púas son verdaderamente punzantes.
Esto, como te darás cuenta, es muy útil para cuando son agredidos, pero ¿qué pasa cuando, por ejemplo, quieren procrearse?
Ya sé que no es una pregunta que seguramente te pueda quitar el sueño… ja… Pero sí creo que es interesante como ejemplo.
Los puercoespines hacen lo que se llama "la danza del puercoespín". Se paran en dos patas, acercándose al otro mostrando su lado vulnerable (el pecho) y de esta manera logran relacionarse.
Bienvenido a la realidad
Lo considero un excelente ejemplo.
Cuando uno se acerca a una Iglesia, por lo general, cree que allí se encuentra el grupo de personas más perfectas, santas, amorosas y confiables que pueda existir.
Hasta que unos más rápido, otros más lento, todos nos fuimos dando cuenta, que así como la santificación es progresiva en nosotros, también lo es en el resto.
Y no solo eso, sino que vimos que dentro de una congregación se puede encontrar la fauna más variada que uno se pueda imaginar:
"Ovejas" (Juan 10:27), "lobos vestidos de ovejas" (Mateo 7:15), "perros" (Filipenses 3:2), "cabritos" (Mateo 25:32), "cerdos" (Mateo 7:6), etc, etc...
Y con las primeras heridas descubrimos que la forma más fácil de evitar los pinchazos de los otros puercoespines era erizar lo más posible nuestras púas y endurecernos.
Así logramos escapar de muchos peligros para nuestro corazón. Pero no solo los posibles atacantes huyeron, sino que el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22,23) y el relacionarse según como el Señor quiere, salieron corriendo también.
Eres un puercoespín
Lo primero que necesitamos reconocer es que si los demás hermanos en la fe tienen púas que nos pueden lastimar, nosotros también.
Todo eso que ves en otros. Esas puntas filosas de errores y horrores que encuentras en otros al momento de relacionarte. Eso mismo. Es necesario decírtelo: Lo tienes tú.
Santiago lo explicó con simpleza: "Todos ofendemos muchas veces" (Santiago 3:2).
Esto por supuesto NO justifica nuestros errores ni los de los demás. Debemos vivir en santidad (Hebreos 12:14) y en buenas obras (Efesios 2:10). ¡Eso está claro!
Pero también está claro que el Señor no nos puso dentro de un grupo de personas perfectas. Y si así lo hiciera, ten por seguro que te echarían de allí. No darías la talla.
La Iglesia es el conjunto de creyentes, nacidos de nuevo, que "prosiguen a la meta" diciendo como Pablo: "No que lo haya alcanzado ya, no que ya sea perfecto; sino que prosigo" (Filipenses 3:12).
Y la única relación bíblica posible con el resto de puercoespines es:
"soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro" (Colosenses 3:13).
¿Hasta qué punto debe ser este soportarse y este perdón?
Pablo continúa: "De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros" (Colosenses 3:13).
Cuantas veces nos creemos los grandes espirituales por estar quejándonos unos de otros. Nos llenamos la boca hablando de santidad creyendo que la santidad es predicar y escribir sobre santidad.
La santidad es para VIVIRLA NOSOTROS, no sólo para echársela en la cara a los demás.
¿Eres muy santo? ¿Eres muy espiritual? Entonces sé manso con tu hermano y sus faltas:
"Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado" (Gálatas 6:1).
¡Cuidado! No sea que te enorgullezcas al ver la "paja" de tu hermano, sin considerar tu propia "viga" (Mateo 7:4,5) y así caes desde tu propio orgullo.
"Antes de la caída es la altivez de espíritu" (Proverbios 16:18).
¿Esto quiere decir que no ayudemos a otros y que no corrijamos a nadie?
Por supuesto que NO.
Pero Gálatas 6:1 nos llama a hacerlo "con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado".
Y Jesús dice que recién "verás bien" si sacas "primero la viga de tu propio ojo" (Mateo 7:5).
De esta manera dice Pablo, en el versículo siguiente, cumplimos la ley de Cristo:
"Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo" (Gálatas 6:2).
¿A qué ley se refiere?
A lo que podemos quizás llamar, el mandamiento olvidado: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros" (Juan 13:34).
Y Jesús continúa afirmando algo que sí o sí nos debe hacer reflexionar:
"En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Juan 13:35).
Esto va mucho más allá que conocer los 5 puntos calvinistas y los 5 puntos arminianos. Va mucho más allá de debates internáuticos. De creerse el súper santo por repetir como loros alguna frase que hemos leído por ahí. Más allá de palabritas, frases celebres, tener un libro de no sé qué teólogo, gritar "apóstata" al menos una vez al día, o no "contaminarse" con las canciones de no sé quién.
Y ten por seguro que esto que digo me lo digo primero a mí y luego si te sirve, bienvenido.
No se trata de debates teológicos como los que tenían los escribas y fariseos. La sana doctrina o nos lleva a vivir en santidad práctica y diaria, nos quebranta al punto de que conozcan que somos sus discípulos por el amor, o no nos sirvió PARA NADA.
Mira como Pablo combatió el gran orgullo de los Corintios. Ellos se creían los grandes sabios y espirituales. Pablo les dice que si él "hablase lenguas humanas y angélicas", "tuviese profecía y entendiese todos los misterios, y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes" pero no tiene amor, "DE NADA SIRVE" (1 Corintios 13:1-3).
Y no solo eso.
El dice que si tuviera todo eso pero no tuviese amor, viene "a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe" (1 Corintios 13:1).
¿Sabes lo que significa eso?
Sin amor genuino y práctico de unos por otros, todas nuestras predicaciones, estudios bíblicos y canciones no son más que el golpe insoportable de un metal en el oído del Señor.
Clan… clan… clan… clan…. Chirriante e insoportable.
¿Te imaginas?
Nosotros pensando que estamos dando el gran concierto o elevando a las alturas nuestra preciosa y medida oratoria, y el Señor escuchando de nuestra parte un golpeteo inaguantable de metales.
No es licencia para pecar
Hemos sido llamados a amarnos pacientemente. A perdonarnos. A que tú soportes las púas de tu hermano y él las tuyas.
Vuelvo a decir, por las dudas, que ESTO NO ES LICENCIA PARA PECAR. ¡NO! ¡NO!
Nosotros debemos "esforzarnos en la gracia que es en Cristo Jesús" (2 Timoteo 2:1).
Pero sabiendo que la voluntad de Dios para nosotros es clara:
"con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros con amor" (Efesios 4:2).
¿Esto significa que los que causan divisiones o practican el pecado no deben ser corregidos y en casos graves, expulsados?
¡NO! No significa eso.
Ya lo hablamos en anteriores partes de esta serie.
Una cosa NO quita la otra (1 Corintios 5:9-13; Tito 3:10; Mateo 18:15-20).
Pero esto tampoco es licencia para que andemos por ahí jugando a Juan el Bautista con aquellos que deberíamos amar, respetar y ser mansos y humildes.
"Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto ¿como puede amar a Dios a quien no ha visto?
Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano" (1 Juan 4:20,21).
¿Esto incluye a hermanos con diferencias sobre opiniones personales, doctrinas NO fundamentales y diferencias en cosas que no hacen a la salvación?
¿Tú qué crees?
En la décima y última parte, si el Señor lo permite, concluiremos con, no una sugerencia, sino una orden de Dios.
Luis Rodas
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Todos contra todos
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