“Venid en pos de mí” (Mateo 4:19).
Hace poco un amigo y hermano en la fe que vive en otra ciudad me preguntó si él debía cerrar su negocio y dedicarse al ministerio de tiempo completo.
Me explicó que alguien venía presionándolo para que lo hiciera diciéndole que si no lo hacía estaba intentando servir a dos señores (Mateo 6:24).
Tristemente este es un error en el que podemos caer fácilmente.
Imaginamos que cuando alguien desarrolla su vida laboral está ocupado en la vida mundana.
Pero esto NO es así. Cada uno debe servir a Cristo en la labor que fue llamado.
El ministerio de tiempo completo es SÓLO para aquellos que son llamados específicamente al mismo.
¿Entonces qué hace el resto?
¿Puede vivir para sí mismo porque no fue llamado a lo que entendemos como un ministerio de tiempo completo?
¡NO!
Dios llama a algunas personas a trabajar ministerialmente en la obra de la Iglesia. Ellos trabajan y como obreros son dignos de su salario (1 Timoteo 5:18). 1 Corintios 9:14 habla de ellos: “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio”.
Pero si no estás realmente seguro de este llamado, debes conseguir un empleo.
Un caso al respecto lo encontramos en la Iglesia de Tesalónica. Allí había algunas personas “ociosas” (1 Tesalonicenses 5:14) que no trabajaban en nada, por lo que Pablo les escribe:
"Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.
Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno.
A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan” (2 Tesalonicenses 3:10-12).
Fue a estos mismos hermanos que Pablo ya había escrito:
"ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado” (1 Tesalonicenses 4:11).
Luis Rodas
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