“El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz” (Mateo 4:16).
Siempre hay personas muy imaginativas que presentan un caminar en Cristo sin dificultades ni tropiezos.
Vaya… algo en mí quisiera encontrar eso pronto… Pero con apenas un pequeño vistazo de las Escrituras cualquiera puede ver que eso aún no es posible.
De este lado de la eternidad los conflictos son una de las partes más comunes del paisaje (Hechos 14:22).
Pablo ya era todo un experto en estas cosas para la época que escribió 2 Corintios. En 1:8,9 habla de cuando los conflictos nos llevan al final de nuestras fuerzas; en 2:4,5 confiesa “tribulación y angustia del corazón”, “muchas lágrimas” y “tristeza”; en 4:8,9 se describe “atribulado en todo… en apuros… perseguido… derribado”; en 4:16 se ve desgastándose físicamente; en 11:23-29 presenta una interminable lista de sufrimientos; y en 12:8 reconoce que llegó un momento donde no podía más por lo cual rogó intensamente al Señor.
La vida en Cristo antes de la resurrección incluye ineludiblemente conflictos externos e internos por los cuales “gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo” (Romanos 8:23).
El mundo nos aborrece (Juan 15:18,19), el fuego de prueba no es nada extraño (1 Pedro 4:12), el “viejo hombre” necesita ser doblegado constantemente (Efesios 4:22-32), la lucha por crucificar lo terrenal es realmente intensa (Colosenses 3:5-9), y las tentaciones están diseñadas milimétricamente según nuestra debilidad (1 Pedro 5:8; Santiago 1:14).
En un mundo así queda SÓLO UNA POSIBILIDAD: que Aquel en el cual “no hay ningunas tinieblas” (1 Juan 1:5) SEA NUESTRA LUZ (Juan 1:4).
EL es "aquella luz verdadera” (Juan 1:9) y al clamar a EL en nuestras luchas más intensas siempre podemos decir al final: “LA LUZ EN LAS TINIEBLAS RESPLANDECE” (Juan 1:5).
¿Te ves solo en esta batalla?
Mi auto-compasión me quiere mentir de esa manera muchas veces a mí también.
Pero la verdad es que tú y yo podemos decir como Pablo: “El Señor estuvo a mi lado” (2 Timoteo 4:17). Esta es luz suficiente para todas nuestras luchas en la oscuridad de este mundo.
Luis Rodas
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