"Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas" (Marcos 1:22).
Jesús comenzó a asistir a la sinagoga de Capernaúm junto con sus discípulos, y se le permitió enseñar.
¿El resultado?
Marcos 1:22 cuenta: “y se admiraban de su doctrina”.
¿Por qué?
Marcos continúa: “porque les enseñaba como quien tiene autoridad”.
R.C. Sproul explica en su comentario de Marcos:
“La palabra ‘admiraban’ no termina de englobar todo lo que el término significa en el original. La idea es que no sólo estaban sorprendidos, ellos estaban aterrorizados, porque nunca habían escuchado hablar a alguien como Jesús”.
¿Cuál era la razón de esta “autoridad” que sorprendía tanto a los presentes?
En el devocional de ayer vimos:
- Sabiduría y conocimiento supremos (Colosenses 2:3), poder ilimitado (Hebreos 1:3), experiencia desde aún antes de la fundación del mundo (Juan 17:5), capacidad para ayudar inigualable (Juan 2:25), habilidad en la enseñanza (Efesios 4:7,8), doctrina 100% perfecta (Juan 8:28; 12:50), total unanimidad con la enseñanza (Juan 1:1).
Y a esto podemos sumar algo completamente decisivo: el Maestro que tenían delante era Dios encarnado (Juan 1:1; 1 Timoteo 3:16).
Si queremos que nuestras palabras tengan algo de esa autoridad hablemos donde hablemos, debemos:
estar en Cristo (Romanos 8:1)
que lo anterior derive en que SU Espíritu esté en nosotros (Romanos 8:9)
predicar SUS palabras y no las nuestras (1 Timoteo 6:3)
vivir SUS palabras y no las de este mundo (Mateo 7:24-27; Juan 14:21; Salmo 1)
orar por SU habilidad para hacer la obra (Hechos 4:29-31)
Así es como el apóstol Pedro escribió:
"Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo” (1 Pedro 4:11).
Si no la gente nos verá como a aquellos escribas.
Marcos relata: “Les enseñaba como quien tiene autoridad, Y NO COMO LOS ESCRIBAS” (Marcos 1:22)
Luis Rodas
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