“Conforme a los principios elementales del mundo” (Colosenses 2:8 - LBLA).
Desde aquel momento fatídico en el que Adán y Eva deciden intentar ser su propio dios (Génesis 3:5), el ser humano busca la exaltación propia (Romanos 1:25) por encima de la del “único Dios verdadero” (Juan 17:3).
Algo innato incrustado en nuestro mismo ser pelea por la supremacía con Dios.
Al fin de cuentas todo se trata de:
¿Mi gozo está en ver que Dios es exaltado o en lograr que otros me valoren?
¿Le daré culto a Dios o viviré para mi propia adoración?
Esto es lo que estaba en juego en la Iglesia de Colosas en la época de Pablo.
Tenían todo en Cristo gratuitamente; pero claro, esto no les dejaba lugar en absoluto para la autoestima.
1- ¿Qué lugar puede quedar para la exaltación a uno mismo cuando creemos haber sido simplemente “muertos en pecados” (2:13), “extraños y enemigos… haciendo malas obras” (1:21) rescatados sin merecerlo (2:13-15)?
2- ¿Qué lugar puede quedar para la exaltación a uno mismo cuando no se trata de "mostrar lo mejor de uno”, sino de morir a todo eso (3:5) reconociéndolo como cosas dignas de "la ira de Dios” (3:6) provenientes de un “cuerpo pecaminoso” (2:11) lleno de “apetitos de la carne” (2:23)?.
3- ¿Qué lugar puede quedar para la exaltación a uno mismo cuando la práctica del cristiano, más que alimentar el amor propio, lo quebranta y humilla (3:12-25)?
OTRA VEZ
Sí, el orgullo de los colosenses estaba siendo tentado a volver a conseguir algún alimento para la autoestima.
Y siempre hay personas dispuestas a ayudar en esto (2:4,8).
De pronto comenzaban a añadirse a su vida elementos que buscaban establecer, ya no la gloria de Dios, sino la propia.
Ahora su énfasis no estaría en el gozo de disfrutar lo que Dios hizo por ellos y hace continuamente en ellos, sino en llevar la atención de los demás hacia sus supuestas virtudes.
Por esto:
1- perdió valor la persona de Cristo en su vida diaria (2:19)
2- se concentraron en alcanzar algún tipo de conocimiento elevado para conseguir una identidad en la que se vieran superiores (2:18)
3- su vida se convirtió en hacer cosas (2:16-22) que generarán una “reputación” (2:23)
¿NOSOTROS?
¿Encontramos “plenitud” (1:19) en quienes somos en Cristo y que EL tenga la “preeminencia” en nuestra vida (1:18)?
¿O leemos estas palabras y nos atragantamos con un “sí”, pero en realidad vivimos buscando aprecio y aprobación de los demás?
Ahhh…. qué fácil es decir que nos sentimos “completos” en Cristo (2:10)...
Pero... ¿cuanto nos concentramos en caerle bien a los demás? ¿Cuanto menospreciamos la estima en este mundo por considerarla inútil, sin sentido?
¿Cuanto impulsa genuinamente en nuestro diario vivir el adorar a Dios en todo lo que tenemos delante?
¿Cuanto nos concentramos en el reino del yo y cuanto nos concentramos en el reino de Dios?
¿Vivimos más o menos como el mundo porque hemos perdido de vista quién es Cristo y quienes somos en EL?
Luis Rodas
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Cultivando un carácter piadoso
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