Cultiva tu identidad: eres alguien que lee mucho más que una concordancia temática CULTIVANDO UN CARÁCTER PIADOSO



“Todas las cosas en EL subsisten” (Colosenses 1:17).

 ¿No hay momentos donde te gustaría que Dios nos hubiera entregado Su Palabra como una especie de concordancia temática?.
 De esta manera ante cualquier circunstancia de la vida podríamos acudir al índice y buscar directamente sobre ese tema.
 ¿Problemas con los hijos?
 Página 880 hasta 882.
 ¿Cómo ser mejor trabajador?
 Página 1245 hasta 1247.
 ¿Te estás por casar?
 Páginas 235 hasta 760 (nótese la magnitud del material al respecto…. jaja…).

 Muchas veces, casi sin darnos cuenta, nos gustaría que Dios hubiera esquematizado las Escrituras de esta manera.
 Es más, no entendemos porqué no se le ocurrió hacerla así, ya que en infinidad de casos nos encontramos en dificultades para encontrar justo eso que necesitamos en ese problema específico.

 Pero, ¿sabes qué?
Esa es una forma MUY errada de ver las Escrituras.
 Si Dios hubiera querido entregarnos una especie de Enciclopedia con un gran índice, ¿no crees que sería el más detallado, completo y sencillo de encontrar del mundo?

 Lo que sucede es que éste NO fue el propósito de Dios.
Nunca quiso darnos un libro de auto-ayuda.

 La Biblia es un todo, relacionado libro por libro, hablando de manera preeminente de una Persona: Cristo. Por esto el Señor le dijo a ciertos judíos: “Escudriñad las Escrituras… ellas dan testimonio de mí” (Juan 5:39).
 Y al resucitar habló con algunos de sus discípulos y “comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de EL decían” (Lucas 24:44).

 Esto NO quiere decir que no nos beneficiemos enormemente de sus principios, mandatos, consejos, parábolas, sermones, proverbios y trato de temas en secciones específicas; sino que Dios sabiendo que necesitamos infinitamente más que un simple manual de qué hacer y qué no, nos entrega misericordiosamente una Persona: Cristo.

 EL es la “simiente de la mujer” que nos rescata del pecado de Adán (Génesis 3:15).
 EL es el Noé que nos salva de la ira de Dios (Génesis 6-8).
 EL es el José que sufrió para luego darnos provisión (Génesis 37-50).
 EL es el Moisés que vence nuestra esclavitud, nos guía a la tierra prometida (Exodo - Deuteronomio) haciéndonos vivir lo que nunca podríamos por nuestras propias fuerzas; y a la vez el Josué, esforzado y valiente, que nos introduce en ella (Josué).
 EL es el David venciendo a nuestras gigantes rebeldías, malas decisiones, soberbias e independencias en nuestro día a día (1 Samuel 17).
 Etc, etc, etc….

 De todo estos ejemplos podemos aprender a vivir sabiamente. ¡Claro que sí! Pero no es sólo eso.
 Dios ha decidido darnos mucho más en las Escrituras: EL nos dice como a aquellos que lo vieron transfigurado en el monte: “Este es mi Hijo Amado, en quien tengo complacencia, a EL oíd” (Mateo 17:5).


Luis Rodas


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