John MacArthur escribió: “Las Escrituras son la revelación personal de Dios” (“Biblia de Estudio MacArthur”. Pag. X).
Dios se revela a sí mismo al hombre en la Biblia.
Y parte de esta revelación es Su santidad.
En toda la Palabra, de principio a fin, Dios nos muestra que él es Santo y por consecuencia, su aborrecimiento del pecado.
Pero desde el principio el hombre creyó a Satanás que le dice: “Puedes pecar sin pagar las consecuencias. Dios exagera cuando habla de que el pecado te matará”:
Génesis 3:1-6 "Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.
Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella".
Este es el primer desafío del hombre a Dios para probar si él haría algo ante el pecado. “A ver si es verdad lo que tú dices que el pecado trae consecuencias terribles. A ver si es verdad que tú aborreces tanto el pecado que si pecamos nos juzgarás”.
Y vemos que el diablo es el promotor número 1 de este desafío: “Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?... No moriréis”.
Este es el primer examen que el hombre le hace a Dios.
“¿Será Dios como él dice que es? La serpiente dice que no”.
Veamos como continúa este desafío: Génesis 3:7-24 "Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.
Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.
Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.
Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes.
Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.
Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.
Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.
Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida".
Satanás les dijo: “No moriréis”. Pero no solo entró la muerte en ellos, sino que la trasladaron a toda la humanidad. Y por su pecado la raza humana se corrompió totalmente.
Dios lo había creado recto:
Eclesiastés 7:29 "He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones".
Teológicamente se llama al estado del hombre después de la caída, “depravación total” (Génesis 6:5).
Esto es consecuencia directa del pecado de Adán y Eva (Romanos 5:12).
Gracias a este desafío la Biblia tiene 1189 capítulos y solo 4 de ellos no hablan de una raza caída por el pecado: los primeros dos y los últimos dos. Antes de la caída y después de la creación del cielo nuevo y la tierra nueva.
En el artículo de mañana veremos más acerca de esto...
Luis Rodas
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Etiquetas:
La santidad de Dios
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