"Estaba también allí Ana, profetiza, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada" (Lucas 2:36).
Ana estaba en el templo aquel día que José y María presentaban a Jesús (Lucas 2:22).
Ella había sufrido la muerte de su esposo apenas 7 años después de casarse (Lucas 2:36). "Si se casó a la edad habitual de catorce, se podría considerar que ella (ahora) tenía 105 años" ("Comentario del Contexto Cultural del NT").
El versículo siguiente relata: "Era viuda hacía ochenta y cuatro años".
Este pasaje del evangelio según Lucas se toma el tiempo de explicarnos el contexto de Ana y los frutos que este hecho tan doloroso en su vida produjo:
1- "era viuda hacía ochenta y cuatro años;
2- y no se apartaba del templo sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones" (Lucas 2:37).
Alguien puede pensar: "Que extraño que habiendo sufrido de esta manera haya seguido una vida de devoción al Dios que podría haber evitado la muerte de su esposo".
Pero, si miramos esto desde una perspectiva bíblica, podemos llegar a una conclusión muy diferente.
¡La vida piadosa de Ana tuvo que ser inevitablemente formada a través del dolor!
¿Ana hubiera dedicado su vida a Dios como lo hizo si no hubiera sufrido aquel impacto siendo joven?
Podemos estar seguros que no.
Si Dios tiene la certeza de que algún dolor no va a afectar considerablemente nuestra vida para bien, simplemente NO lo permite.
¡Cada sufrimiento viene a nuestras vidas CON UN PROPÓSITO! (Efesios 1:11; Génesis 45:5-8; Salmo 119:67-76).
Sólo así.
Aquel que tiene contados todos los cabellos de nuestra cabeza (Lucas 12:7), conoce "todos nuestros caminos" (Salmo 139:3) y "antes de que la palabra esté en nuestra lengua, ya la sabe toda" (Salmo 139:4); dirige nuestras vidas con precisión, amor infinito y un plan perfecto.
Cuantas veces nuestros corazones tienden a divagar perdidos entre las distracciones más ridículas. Sólo la obra de rescate del Señor, que muchas veces incluye el dolor, nos guarda.
El perfecto Alfarero había preparado un precioso corazón en Ana para aquel día que estaría ante Jesús.
Ella ve al Señor, aun siendo un bebé, y "daba gracias a Dios" (Lucas 2:38).
¡Cuanta sabiduría encontramos en tan pocas palabras en Hebreos 12:5,6:
"Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor,ni desmayes cuando eres reprendido por EL;porque el Señor al que ama, disciplina"!
Está claro que a veces, con este fin, Dios usa medios que nos cuestan aceptar y personas que hacen o dicen eso que no podemos entender.
Es en este contexto que John Bunyan (1628-1688), luego de estar 12 años preso por predicar la Palabra, escribió:
"Te bendigo prisión, por haber estado en mi vida".
Luis Rodas
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Celebrando a Jesús
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