11 La obra del Espíritu Santo es insustituible - Serie: "CÓMO SALIR DE LA TIBIEZA"



Puedes leer los artículos anteriores de esta serie en los siguientes enlaces:
1- Una catástrofe llamada tibieza
2- Cómo se llega a la tibieza
3- Una necesidad con diligencia del verdadero creyente
4- Un huerto descuidado
5- Una plaga mundial llamada descuido
6- Nuestra gran necesidad
7- Necesitamos a Sofonías
8- Jesús y el Espíritu Santo
9- Jesús no confía en ti
10- Misiones conforme a la capacidad de Dios


Jesús ascendió vivo a los cielos y ahora está a la diestra del Padre. Ahora nuestra ayuda es el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es nuestra capacidad para servir a Cristo.
Las obras humanas pueden llenar un edificio, pero no pueden llenar la Iglesia.
Las obras humanas pueden entretener a muchas personas, pero no pueden doblegar la rebeldía del ser humano, hacer que aborrezca lo que antes amaba, ni querer vivir para la adoración a Dios.
Por esto Martyn Lloyd-Jones escribió: "No basta con ser ortodoxo… No basta meramente con que afirmemos estas cosas y las presentemos de manera lógica. Todo esto resulta esencial, pero no es suficiente". Necesitamos "el Espíritu Santo con su maravilloso poder vivificador" ("Gozo Inefable").
A esto se refería el apóstol Pablo cuando escribió: “Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras,
con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo” (Romanos 15:18,19).
Y vemos lo mismo en Colosenses 1:29: "trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí".

El Espíritu Santo es quien da certeza a cada uno de la tarea que debe hacer para Dios: Hechos 13:1,2; Hechos 20:28.
El Espíritu Santo es quien hace eficaz nuestra proclamación del evangelio: 1 Tesalonicenses 1:5.
El Espíritu Santo habilita una capacidad superior para hablar la Palabra: Hechos 4:8-13; Hechos 4:31; 6:10.
El Espíritu Santo imparte capacidades para el ministerio: 1 Corintios 12:4-11; Romanos 12:6-8.
El Espíritu Santo guía a la Iglesia en la tarea que debe hacer: Hechos 15:28; Hechos 16:6,7.
De esta forma podemos decir que es el Espíritu Santo quien hace crecer a las Iglesias. Por esto Hechos 9:31 relata: “Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo”.

Tristemente, podemos decir que siguen siendo aplicables las palabras de Martyn Lloyd-Jones para gran parte de la Iglesia de hoy. El escribió: “Vemos a la Iglesia cristiana en una situación más o menos calamitosa, ineficiente en un mundo de pecado y de vergüenza: un mundo que manifiesta cada vez más, en un grado horroroso, la impiedad, el odio y el antagonismo contra Dios. Para un mundo así solo hay una esperanza: una Iglesia avivada” (“Gozo Inefable”).

Continuamos en la doceava parte de esta serie…


Luis Rodas


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