Puedes leer los artículos anteriores de esta serie en los siguientes enlaces:
1- Una catástrofe llamada tibieza
2- Cómo se llega a la tibieza
El escritor de Hebreos nos dice: “es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído” (Hebreos 2:1).
Aquí nos habla de algo “necesario”.
Al nacer de nuevo se nos entrega una “necesidad”, una responsabilidad. No es una opción, no es legalismo. Es una “necesidad”.
Y no es una “necesidad” menor. Habla de una “necesidad” con “diligencia”: “es necesario que con más diligencia”.
Se trata de algo realmente importante que debe ser atendido con esfuerzo y vigilancia.
¿Necesidad con diligencia de qué?
Agrega: “es necesario que con más diligencia ATENDAMOS”.
La NVI traduce: “prestemos más atención”.
¿Qué?
“es necesario que con más diligencia atendamos a las COSAS QUE HEMOS OÍDO”.
¿Oímos y leemos la Palabra de Dios y la atesoramos como el camino diario a seguir? ¿O la oímos como poesía en la cual nos deleitamos por un rato?
¿Sientes el dulce deleite de conocer más por conocer más? ¿O buceas en la Palabra de Dios para conocerle a EL y ser dirigido día a día por EL?
El salmista dice con gozo: “Lámpara es a mis pies tu Palabra” (Salmo 119:105).
¿Qué sucede si no emprendemos esta necesidad con diligencia?
El versículo continúa: “no sea que nos deslicemos”.
F.F. Bruce explica que aquí se “contempla a los cristianos en peligro de ser llevados corriente abajo, más allá del lugar seguro” (“La epístola a los Hebreos”. Pag. 27).
Así el escritor de Hebreos, seguido a esto nos pregunta:
“¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?”.
“Si somos negligentes” traduce la versión NTV.
La negligencia, el descuido, en el evangelio, es una forma de suicidio espiritual.
¡Cuidado! Debemos dejarlo muy claro: el llamado del evangelio es a estar alerta, diligente, cuidadoso, ocupado.
Cualquier mensaje que busque negar o minimizar esto, es un instrumento del diablo para que te descuides y así él puede llevarte “corriente abajo” (F.F. Bruce).
Y esto es lo que le pasó al tibio.
Ejemplos trágicos
Y esto es lo que le pasó a Sansón.
Sansón es un terrible y triste ejemplo de una vida desordenada, descuidada.
Sansón, como sabemos, tenía fuerza sobrenatural dada por Dios para salvar al pueblo de Israel de los filisteos (Jueces 13:5).
Pero su descuido con Dios era muy triste. El libro de Jueces cuenta varias de sus hazañas, pero también en medio de ellas encontramos de pronto: “Fue Sansón a Gaza, y vio allí a una mujer ramera, y se llegó a ella” (Jueces 16:1).
Y luego de eso, descuidadamente, lo vemos inmerso en un juego de acertijos con una mujer filistea. Hasta que cae en la trampa, y le descubre la fuente de su fuerza. El mantenía un voto con Dios de nazareo que incluía el no cortarse el cabello. Si alguien se lo cortaba rompía su voto delante de Dios, por ende ya no podría contar con la fuerza sobrenatural que Dios le proveía.
Dalila, la filistea, traicionó su confianza y ordenó que le cortaran el pelo. Cuando los filisteos vinieron contra él, Jueces 16:20-25 relata una de las historias más tristes y trágicas de toda la Biblia.
Está claro que no menos trágico es el cambio en la vida de David. Deja de estar involucrado en la guerra (2 Samuel 11:1), para pasearse descuidadamente por su terraza (2 Samuel 11:2), y termina adulterando con Betsabé (2 Samuel 11:3-5), y luego, bajo la culpa y el miedo a las consecuencias, decide mandar a asesinar al esposo de ella (2 Samuel 11:14-17). Trayendo consecuencias insoportables para su reino y familia hasta el día de su muerte (2 Samuel 12:10-12).
¡Un descuido!
O pensemos en las tragedias de descuido de Noé (Génesis 9:18-25), Gedeón (Jueces 8:24-27), Eli (1 Samuel 3:11-14; 4:10-18) o el rey Asa (2 Crónicas 16).
El apóstol Pablo nos explica claramente en 1 Corintios 10:1-13, que historias como estás, fueron escritas “como ejemplo, para amonestarnos a nosotros” acerca de esta necesidad con diligencia de la que estamos hablando.
¡Prestemos atención!
Continuamos en la cuarta parte de esta serie…
Luis Rodas
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Etiquetas:
Cómo salir de la tibieza
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