Poderosos débiles



“Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles” (1 Corintios 1:26).

Si has leído los anteriores devocionales entenderás mucho más claramente este pasaje.
Las dos cartas de Pablo a los corintios hacen un contraste constante entre:
- sabiduría / necedad
- poder / debilidad
 - honra / vergüenza

James Jeffers explica que en todo el imperio romano “se usaba el término ‘orden’ para describir las clases en su sociedad” (“The Greco-Roman World of the New Testament Era”. Pag. 181,182).

Y el orden de la época era:
- o sabio, poderoso y honorable
- o necio, débil y digno de desprecio, vergüenza

 “En el primer siglo del mundo romano y griego la idea de debilidad era recibida con desprecio, fuera de reconocimiento y respeto. La gente que mostraba cualquier clase de debilidad eran despreciados como fracasos, no dignos de ninguna atención. Era un mundo donde se prioritizaba la fuerza” (Tom Wilson - “Glorious Weakness”. Pag. 42).

Los corintios que conformaban la Iglesia de la ciudad, competían por lograr el primer orden:
 sabio, poderoso y honorable.

El gran problema, les explica el apóstol Pablo, es que ellos buscan algo imposible.
Ellos quieren seguir a Cristo y a la vez ser sabios, poderosos y honorables según el mundo.
No se puede conseguir las dos cosas a la vez.
O eres sabio, poderoso y honorable según el mundo, y en el reino de Dios eres necio, débil y digno de desprecio; o eres necio, débil y digno de desprecio para el mundo, y eres sabio, poderoso y honorable en el reino de Dios.
No se puede, como comúnmente se dice, "conseguir lo mejor de los dos mundos”.
Cuando ganas lo de uno, pierdes lo del otro.
Cuando usas la sabiduría de este mundo estás siendo necio para el reino de Dios.
Cuando te sientes dentro del estatus “poderoso” en este mundo, te estás debilitando según el reino de Dios.
Cuando estás logrando honorabilidad en este mundo, es porque te estás de alguna manera avergonzando del reino de Dios.

1- El mensaje del cristiano es un mensaje “necio”, “débil” y “despreciable" para el mundo (1 Corintios 1:18-23). ¿Qué otra cosa podía ser en la sociedad corintia un Señor que es condenado por delincuente a morir en la cruz?
Si eran fieles a ese mensaje serían etiquetados rápidamente en la clase “necio, débil y digno de desprecio”.

2- Dios no llamó a aquellos que en la sociedad corintia eran considerados en el rango:
- sabios
- poderosos
- honorables

¡NO!
Pablo les dice: "no sois muchos: 
- sabios según la carne,
- ni muchos poderosos,
- ni muchos nobles” (1 Corintios 1:26).

Dios no escogió un pueblo sabio, poderoso y honorable según el mundo. “Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es” (1 Corintios 1:27,28).
 ¿Para qué?

Para que toda nuestra gloria, todo nuestro estatus, toda nuestra fuerza, toda nuestra honra, SEA CRISTO.
 “El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1:31).

 No estás en Cristo para aumentar tu autoestima delante del mundo. Estás en Cristo para:
- mostrar cuán glorioso es Cristo
- y encontrar TODO EN EL (1 Corintios 1:30), despreciando la honra de este mundo.


Luis Rodas


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