“Para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón de Satanás en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee” (2 Corintios 12:7)
Si de alguna manera sirves a Cristo o quieres hacerlo, uno de los puntos a tener MUY en cuenta es el aprender a asimilar las críticas.
¿Por qué?
Porque el ministerio está lleno de críticas.
Y cuanto más notorio a otros sea lo que haces, más parecerá que te has colgado un cartelito con la inscripción: “vean y opinen, es gratis”.
Qué vas a hacer con eso puede hacer grandes diferencias.
En el contexto de este versículo de 2 Corintios podemos aprender que:
- Dios se revelaba al apóstol Pablo (2 Corintios 12:1-7) y éste, por la gracia de Dios (1 Corintios 15:10), trabajaba esforzadamente (2 Corintios 11:22-33).
- para que el orgullo no contaminara su vida, Dios permitía un ingrediente que no nos gusta: el sufrimiento.
- este sufrimiento incluía: “debilidades, afrentas, necesidades, persecuciones y angustias” (2 Corintios 12:10).
Como notarás, dentro del paquete figura “afrentas”. Lo cual es una crítica ofensiva.
Ya sábelo, en cuanto a crítica, espera lo peor (Juan 8:48). No te sorprendas (1 Pedro 4:12). Y tenlo como altísimamente posible: aún algunos de tus hermanos creerán lo que se dice de ti, lo repetirán como verdad y, si alcanzas el privilegio, puede que “tu nombre sea desechado como malo” (Lucas 6:22) y se avergüencen de sólo mencionarte (Juan 16:2).
- más allá del “mensajero” y de quien envió esa crítica en primera instancia (“Satanás”), Dios está trabajando en ti.
Puede que a ti te parezca el fin, pero en realidad esa vulnerabilidad te hace más útil (2 Corintios 12:9).
3 CONSEJOS PRÁCTICOS
1- Detecta todo lo que se dijo de ti que es mentira, y reformúlalo de tal manera que sí sea aplicable a ti.
Por ejemplo: tal vez se dijo que eres un mentiroso. Bueno… si no lo eres, piensa en posibles engaños que sí te haces a ti mismo. Cosas en las que debes sincerarte más contigo, el Señor y los demás.
Otro ejemplo: alguien ha dicho que no sabes nada. ¿Por qué te enojas y te cuesta no resentirte? ¿Orgullo?
Quizás comparado a esa persona, y a la mayoría, sabes más. Tal vez has hecho un doctorado en teología en Oxford, pero... ¿acaso sabes todo lo que deberías saber?
Humíllate, reconoce todo lo que te falta. Y tómalo como un aliento a conocer más a Dios, a prepararte más "como obrero que no tiene de qué avergonzarse” (2 Timoteo 2:15).
Último ejemplo: Te acusan de infidelidad matrimonial. Si no es así, ¿puedes tomar esa mentira como un buen preventivo para cuidarte más de tentaciones y posibles caídas futuras? (1 Timoteo 4:16).
2- Cuando ya te has examinado y aprendido con humildad delante de Dios, ten cuidado con los que exigen y nunca logras conformarlos. Ellos no son la medida con la que debes medirte. Si haces esto llevaras todo lo que hablamos a un extremo, y ellos terminarán dominándote y llevándote a su error.
NO se trata de que lo que te dicen siempre es verdad. Sino de que puedes usarlo, CON MUCHO CUIDADO, para aprender o reforzar verdades.
3- Perdona al ofensor (Mateo 5:38-48). Piensa en él como un ayudante enviado por Dios. Y ora por él. Su actitud, como mínimo, le traerá infinitos dolores (Proverbios 18:7), y en algunos casos es muestra de la perdición de su alma (Filipenses 1:28-30).
Luis Rodas
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cultiva la humildad
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