La comunión íntima con Dios y nuestra cisterna íntegra 2ª parte



¿Y SI ERRAMOS?
Y si erramos y arruinamos nuestra integridad en algo, “confesamos nuestros pecados, y  fiel y justo es Dios para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Pedro 1:9). Y luego vamos a la persona que hemos ofendido o hemos dado mal testimonio y le pedimos perdón. De esta forma buscamos continuar con la búsqueda continua del andar en integridad.

Un ejemplo de esto lo encontramos en las palabras de Dios a Abraham:
Génesis 17:1 "Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto".
Israel bendijo a José y dio testimonio de que Abraham vivió así: El dijo: “El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac” (Génesis 48:15).
Otro ejemplo lo encontramos en Noé:
Génesis 6:9 "Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé".

De forma contraria, la falta de integridad en el andar es un agujero en nuestra cisterna rota por donde se pierde la comunión intima con Dios.
En el momento en el que actuamos con falta de integridad en lo que hacemos, se ve interrumpida nuestra comunión intima con Dios.
Así es como miles de personas asisten a Iglesias pero se preguntan porqué no tienen el menor deseo de orar o leer la Biblia. La falta de integridad de su cisterna permitió que el agua de vida se diluya.
Así es como miles de personas que asisten a Iglesias viven con ausencia de Dios en sus pensamientos durante la semana, miles viven bajo metas de este mundo, o dominados por sus temores, siempre preocupados, corriendo de día en día sin ver al Señor en nada.
Así es como miles de personas asisten a Iglesias pero cuando hacen algo que está mal no perciben la amonestación del Espíritu Santo. La falta de integridad de su cisterna permitió que el agua de vida se diluya. No perciben la amonestación del Espíritu Santo en lo que hacen porque ya hubo amonestaciones del Espíritu Santo en los anteriores pecados pero fueron ignorados. Así llega un momento donde la comunión intima con Dios se rompió de tal manera que uno puede hacer cosas que están mal como si estuvieran bien o justificarlas tranquilo.
Es cuando mantenemos nuestra cisterna con “tamím” (“integridad”) que cuando se abre una brecha se percibe de forma rápida.
Y ahí hacemos como David en el Salmo 32:5,6:
“Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová;
y tú perdonaste la maldad de mi pecado.
Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado”.

PERO… ME CUESTA
Ahora… ¿qué hago?. ¿Cómo puedo vivir así?
En cuanto a errores pasados de falta de integridad, la Biblia es muy clara: encontramos absoluto perdón en Cristo.
En cuanto a nuestro andar presente, tenemos un muy buen ejemplo en Pablo.
Todo impedimento que se presentaba en su comunión intima con Cristo era tenido por basura: Filipenses 3:7,8 "Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. 
Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo".

Cuando habla de “la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús” se refiere a un conocer más y más a Cristo a través de una comunión intima con EL.
La palabra “conocimiento” (“ginósko” en griego) se refiere a “conocer experimentalmente o personalmente” (“El Poder de la Integridad”. Pag. 22 - John MacArthur).

Pablo está diciendo: “si algo se interpone en mi comunión intima con Cristo, lo paso todo a mi columna de pérdidas como si fuera basura”.
“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.
 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:7,8).

John MacArthur con respecto a esto: “Si usted no tiene cuidado de preservar y proteger el tesoro de su relación con Cristo, la exuberancia y devoción de sus primeros días con Jesús puede convertirse, lenta y sutilmente, en complacencia e indiferencia. Con el tiempo, una fría ortodoxia reemplazará la obediencia amorosa, y el resultado será una vida de hipocresía que transigirá con el pecado” (“El Poder de la Integridad”. Pag. 18).

¡Que el Señor nos ayude a comprender la importancia de la integridad en nuestra relación con el Señor! Vuelvo a decir: la integridad es lo que recubre de forma total la cisterna para que pueda retener el agua de vida.


Luis Rodas


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