LA COMUNIÓN ÍNTIMA CON DIOS Y NUESTROS HÁBITOS 3ª PARTE



CONCLUSIÓN
Encontramos que, si queremos progresar en nuestra comunión intima con Dios diaria, los que hemos nacido de nuevo, tenemos una tarea por delante: trabajar fuertemente en nuestros hábitos para “hacer justicia” (como nos ordena Dios en el Salmo 15:2).
Podemos, y debemos, orar para que Dios nos ayude. Pero luego debemos poner la disciplina y el esfuerzo de aquel que va al gimnasio.

¿El resultado?
De la misma manera que la conducta errada interrumpe nuestra relación intima con Dios, así, mientras la gracia de Dios avanza en nuestros hábitos experimentamos mayor cercanía de Dios en nuestro diario vivir.
De esta manera “la Palabra de Cristo (vuelve a) morar en abundancia (en nosotros)…. (y) cantamos con gracia en nuestros corazones al Señor” (Colosenses 3:16). Es en la comunión intima con Dios donde EL es “el Dios de nuestra alegría y de nuestro gozo” (Salmo 43:4). Disfrutamos del consejo de Dios en cada situación. Porque es en la comunión intima donde “nos guía por sendas de justicia” (Salmo 23:3). Como David en el Salmo 16:7, que dice: “Bendeciré a Jehová que me aconseja”. Y en el Salmo 25:5 pide: “Encamíname en tu verdad y enséñame”.
Allí en la comunión intima con Dios vemos nuestros errores porque pedimos en la cercanía de Dios como David en el Salmo 26:2: “Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón”.
Allí amamos orar, adorar a Dios, reunirnos con hermanos para acercarnos a Dios. Allí decimos como el salmista en el Salmo 26:8: “Jehová, la habitación de tu casa he amado, y el lugar de la morada de tu gloria”.
Es en la comunión intima donde decimos como en el Salmo 18:32: “Dios es el que me ciñe de poder, y quien hace perfecto mi camino”.
Poder para enfrentar mis tentaciones y poder para servir a Dios.

Charles Spurgeon: “Es el poder extraordinario de Dios, no el talento, lo que trae la victoria del día. Es unción espiritual extraordinaria, no poder mental extraordinario, lo que necesitamos. Puede ser que el poder mental llene una capilla, pero el poder espiritual llena a una iglesia con angustia del alma. Puede que el poder mental reúna una congregación grande, pero sólo el poder espiritual llenará las almas.”

Y mientras trabajamos en cerrar nuestra cisterna luchando por sustituir nuestros malos hábitos por hábitos piadosos, vemos los efectos del agua de vida corriendo en nuestro interior.
El viejo hombre va mermando y la gracia de Dios va creciendo en nosotros.
Por esto Pedro, ya anciano, a punto de morir, experimentado en el caminar con Dios, nos deja sus últimas palabras escritas llenas de sabiduría:
2 Pedro 3:18 "Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.

Antes de terminar les quiero leer un ejemplo de hace algunos años de una persona que caminó en comunión intima con Dios: David Brainerd.
El fue misionero a los indios en el siglo 18.
En su diario privado, al morir, se encontraron estas palabras:

“Martes 20 de Abril: “¡Que el Señor me ayude a vivir más para Su gloria…”!

Miércoles 25 de Abril: “Pasé dos horas en devoción privada, agonizando por las almas inmortales… Lo único que quiero es ser más santo, parecerme más a mi amado Señor…”

Lunes 14 de Junio: “Al atardecer Dios me visitó de forma asombrosa durante la oración. Creo que mi alma nunca antes había experimentado tanta agonía…luché a favor de amigos ausentes, de una cosecha de almas, de multitudes de almas pobres, y de muchos que, para mi concepto, eran hijos de Dios en muchos lugares distantes. Estuve en tanta agonía hasta el oscurecer que mi cuerpo se bañó de sudor. ¡Pero Jesús sudó sangre por las pobres almas! Anhelé tener más compasión hacia ellos”.

Lunes 19 de Julio: “Parece que mis deseos se están cumpliendo desde que se me separé del mundo, moría a el y me crucifiqué a sus seducciones. Mi alma desea sentirse más extranjera y peregrina aquí en la tierra y que nada me distraiga…hasta llegar a la casa de mi Padre”.

Y antes de morir le escribió a su hermano: «Digo, ahora que estoy muriendo, que ni por todo lo que hay en el mundo habría yo vivido mi vida de otra manera…
Oh hermano mío, procura la santidad personal; sigue adelante para alcanzar esta marca bienaventurada. Ayuda y ora tanto como te lo permita la salud y vive por encima del común de los cristianos».

También antes de morir escribió esto: “Fui hecho para la eternidad. ¡Cómo anhelo estar con Dios y postrarme delante de Él!”.

Esto solo puede suceder en una persona en la que abundó la gracia de Dios en comunión intima con EL.


Luis Rodas


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