Así puede el creyente estar en Cristo



“El que tarda en airarse es grande de entendimiento; mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad” (Proverbios 14:29).

George Bethune (1805-1862):

“La excelencia de ser paciente y tardo para la ira es uno de los atributos de Dios.

EL proclama que su propio nombre es '¡Jehová! ¡Jehová!, fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al culpable’ (Exodo 34:6,7).

Es así como el apóstol Pablo lo llama en Romanos 15:5 “el Dios de la paciencia”.

Dios está, en verdad, infinitamente por encima de aquellos conflictos que vienen por las circunstancias, a los cuales las criaturas finitas están sujetas.

Sería muy fácil para Dios barrer con todo el ejército de pecadores en un instante, pero EL muestra la gloria de Su carácter en amar al mundo a pesar de su rebelión, proveer para nosotros un Salvador, y a través de EL enviar Su Espíritu. Dando continuamente bienes temporales a los malos y a los buenos, y aunque le provocan en cada momento con sus diarias blasfemias y crímenes impíos, ÉL sigue siendo tardo para la ira. Su sol sigue brillando, su lluvia desciende, sus estaciones brindan las cosechas a los hombres y Su evangelio es ofrecido.

Hay una razón para su paciencia y longanimidad: EL ESTÁ SEGURO DE SU PODER.
Sus propósitos pueden parecer retrasados, pero podemos estar seguros que NUNCA SERÁN DETENIDOS.
Dios sigue obrando a través de los medios que eligió para cumplir Su Plan Soberano.

Así, el hijo de Dios, también puede vivir. Plenamente confiado en la Sabiduría y Poder de Dios él puede refrenar la ira y ser paciente ante la provocación.

De la misma manera que Jesús fue paciente y tardo para la ira, plenamente confiado en Su triunfo final.

Así puede el creyente estar en Cristo
Por esto el apóstol Juan se presentaba a sí mismo de esta manera: ‘Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la PACIENCIA de Jesucristo’ (Apocalipsis 1:9).

Ser impaciente es desconfiar de la Sabiduría, Amor y Poder de Dios.

La Paciencia es el guardian de la fe, el preservador de la paz, el fomentador del amor, el maestro de humildad.

La paciencia gobierna la carne, fortalece el espíritu, endulza el temperamento, sofoca la ira, extingue la envidia, somete el orgullo, refrena la lengua, hace prudente la mano, pisotea la tentación, persevera en las persecuciones, consuma el martirio.

Ella no cabalga en la tormenta y tempestad de las pasiones, sino que su trono está en el corazón contrito y humillado, y su reino es reino de paz.

‘Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor’ (Santiago 5:7)”

(“The Fruit of the Spirit”).




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