Paz cuyo fundamento es Dios



“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4).

Al leer estas palabras es necesario no perder de vista que fueron escritas por un hombre preso en Roma (Filipenses 1:12.19) a creyentes bajo sufrimiento (Filipenses 1:27-30).
Se trata de un hombre que al mirar al Dios soberano en todo lo que le sucede, puede encontrar gozo pase lo que pase.
"Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!"

Ese "regocijarse" tiene dos características vitales:
1- es "en el Señor"
2- es "siempre"

En otras palabras: "Levanten sus miradas. No miren como el mundo mira sus circunstancias. Nunca deben de perder de vista que sus vidas están en las manos de Dios".

El creyente a cada paso, en todo lo que le sucede, aún en los pasajes oscuros, se toma unos momentos y piensa: "¿Qué está haciendo Dios con todo esto?"
No es una pregunta dominada por la queja. ¡NO! Sino un reconocimiento gozoso.

La tentación a entrar en confusión, frustración y ansiedad, está a la puerta. Pero él rápidamente quita su mente de pensar como si Dios fuera una ilusión, y reflexiona: "A Dios no se le fue de las manos lo que estoy viviendo. EL está al control. Lo único que necesito es averiguar cuál es Su plan y regocijarme en EL".


Lamentaciones 3:37 nos presenta una excelente pregunta para repetirnos siempre en nuestras circunstancias: "¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?"
La preocupación y el enojo quieren ocupar nuestros pensamientos y palabras, pero instántaneamente debemos usar nuestro dominio propio y guiarnos hacia la verdad en todo, todo, lo que afrontamos: “Señor, tú sustentas mi suerte” (Salmo 16:5). "En tus manos están mis tiempos" (Salmo 31:15).
Todo está en su lugar porque Dios sigue estando en su trono. Aún puedo regocijarme en Dios.

Podemos hacer propias las palabras del salmista:
"¿Por qué te abates, oh alma mía,
y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle" (Salmo 42:11).

Está perspectiva gozosa de todo lo que vivimos cada día es a lo que se refería el apóstol Pablo con las palabras que leímos al principio:
“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4).

Esta perspectiva gozosa en todo lo que vivimos, sea lo que sea, tiene un claro fruto en el creyente. El versículo 7 concluye: "Y la paz de Dios... guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos".
Si no controlas la perspectiva de tu vida puedes vivir afanado y turbado. Sin duda. La vida está llena de circunstancias que pueden superarnos.
O puedes ejercitarte en esta perspectiva gozosa "en el Señor" y caminar en "paz que sobrepasa todo entendimiento" (4:7).


Luis Rodas


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