Jesús: misericordia para estos leprosos sucios - 1 parte



"Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció. Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos" Mateo 8:1-4.

“un leproso”: El leproso era un “inmundo” (Levítico 13:45,46).
“inmundo”: “impuro en un sentido religioso, suciedad” (Strong - 2931).

Y este, según Lucas 5:12, era “un hombre lleno de lepra”:
"Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme".

El leproso “se postró ante él”.
La palabra aquí es “proskunéo”. Es una palabra que normalmente se usa para “adoración”. Por ejemplo cuando Apocalipsis 5:4 dice que los 24 ancianos “se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos”.
Este hombre adopta una posición de reverencia y adoración ante Jesús.
Y así, postrado en reverencia le dice: "Señor".
“Señor”: “kúrios” en griego. Este hombre reconoce que se trata de mucho más que un simple “maestro”.
Le dice: “Señor, si quieres puedes limpiarme”Esto quiere decir: “Sé que puedes, ¿quieres? Tú si quieres puedes limpiarme. Creo que tu poder es ilimitado pero no sé si quieres”.
Lo acababa de llamar “Señor, Amo” no podía pensar que él tenía algún derecho delante de este “Señor”. Dependía de su misericordia.
Era más un: “Sé que puedes sanarme, ¿querrás tener misericordia de este leproso?”
Este hombre lo más probable es que muriera solo, apartado de Dios y de su familia, comido por su lepra, tirado por ahí.

Mateo 8:3 "Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció".
Marcos 1:41 dice “Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió su mano y le tocó”.
Era ya raro que el leproso se acercará a Jesús.
Los leprosos, si se atrevían, se paraban lejos y gritaban pidiendo ayuda. Esto hubiera sido más normal, como vemos en Lucas 17:12,13 "Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!"

Pero más raro es que Jesús lo toque. No necesitaba hacerlo. El sanó a esos 10 leprosos de Lucas 17:12,13 sin necesidad de tocarlos. Simplemente les dijo: “Id, mostraos a los sacerdotes” y “mientras iban, fueron limpiados”.
Pero, en este caso, “Jesús, teniendo misericordia de él, extendió su mano y le tocó”.

Ya vimos que Dios había ordenado que el leproso fuera considerado “inmundo” (Levítico 13:45,46).
Y vemos en (Levítico 5:2) que Dios dice que cualquiera que toque algo “inmundo” se convierte en “inmundo” también.
Pero Jesús le dijo: “Quiero; sé limpio”.
8:4: “Y al instante su lepra desapareció”.
Jesús luego de sanarlo le dice que presente la ofrenda que ordenó Moisés (Levítico 14:1-7).

Ahora, ¿por qué el AT considera inmundo al leproso, lo rechaza y el sacerdote tenía que seguir todo un proceso para que pueda volver a vivir con su pueblo?
Dios estaba usando un símbolo, un ejemplo visible, para mostrar su aborrecimiento, su asco frente al leproso espiritual: el pecador:
"Los insensatos no estarán delante de tus ojos;
Aborreces a todos los que hacen iniquidad" Salmo 5:5.
Por esto como ya vimos, dice Levítico que el leproso “habitará solo, fuera del campamento”. El campamento era donde habitaba el pueblo de Israel y todo lo inmundo, lo maldito, los rechazados, despreciados, eran sacados fuera del campamento.
Por esto que el leproso habitara solo y fuera del campamento viene a simbolizar lo mismo: el aislamiento del pecador, separado de Dios y del pueblo de Dios. El pecador es parte de lo inmundo, lo rechazado.
El leproso era una especie de maldito viviendo en el lugar de los despreciados. Ningún rabí respetado iría con un leproso inmundo (Números 5:1-4).


Luis Rodas


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