Pero Jesús salió “fuera del campamento”
Hebreos 13:11,12 "Porque los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pecado es introducida en el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del campamento.
Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta".
Jesús salió “fuera del campamento” cuando “se despojó a sí mismo” (Filipenses 2:7) de su gloria celestial.
El “campamento” en ese pasaje de Hebreos 13:11,12 también representa el lugar de comodidad, prestigio, reputación entre los hombres.
Jesús podría haber estado rodeado en todo momento entre los “grandes” de este mundo, los doctores de la ley, el gran círculo de los respetados e ilustres, y aun enseñar al sumo sacerdote de Israel.
Podría haberse vestido con ropas elegantes, vivir en el lujo y que la alta sociedad lo viera como la persona con la que todos se quieren sacar la foto.
El pastor con la Iglesia que da prestigio asistir: “Ahhh... yo me congrego en la Iglesia del pastor fulano”.
“Uhhhh.... ¿de verdad?”
“Sí, es un gran hombre de Dios. Una vez me invitó a su casa. Aleluya”.
“Ohhhhhh......”.
Jesús salió fuera de ese campamento también.
El salió en busca de nosotros: los leprosos, los enfermos, lo inmundo:
"Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió.
Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos.
Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Porqué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?
Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.
Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento" Mateo 9:9-13.
9:10: “pecadores”: ¿cómo sabían los fariseos que estas personas eran “pecadores”? Eran personas de mala fama.
Pero obviamente no solo simboliza eso cuando dice la Biblia que Jesús salió “fuera del campamento”.
Jesús llegó a tal punto en su salir “fuera del campamento” que se acercó y amó lo que era digno de su aborrecimiento.
El AT había sido inspirado por el mismo Dios. No lo había inventado ni Moisés ni ningún hombre. Dios había estipulado que el leproso era un ser “inmundo” que debía vivir fuera del campamento. Sin la posibilidad de acercarse al Tabernáculo o al Templo. Sin la posibilidad de ofrecer sacrificios u ofrendas ni de escuchar la ley de Dios. Quedaba fuera de la relación con Dios.
Nadie lo debía tocar.
Pero ahora llega Jesús y hace algo absolutamente sorprendente. El mismo Dios que había aborrecido al leproso, se hace hombre, se acerca a él, lo toca y lo limpia.
Jesús hizo algo más allá de nuestra comprensión. Jesús no solo salió “fuera del campamento” haciéndose uno de nosotros, un hombre.
Jesús tomó el lugar de ese leproso inmundo. Ya dijimos que lo inmundo, lo aborrecido, era echado “fuera del campamento”.
Como era el caso de los leprosos. Por esto Jesús fue crucificado fuera de la ciudad de Jerusalén.
El fue llevado fuera como un maldito, un aborrecido por Dios, algo inmundo.
El, el Hijo de Dios, sin pecado, se hizo maldición por nosotros (Gálatas 3:13) “hecho por nosotros maldición”.
En la cruz se convirtió en una mezcla de toda la inmundicia del mundo, todo el pecado del mundo, toda la maldad, toda la obscenidad, toda la lepra junta. Y la maldición de Dios contra el pecado cae sobre él.
Por eso Jesús llega a clamar: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Mateo 27:46.
El padre lo abandonó por completo. Fue el desechado por Dios. El leproso que es echado “fuera del campamento” como inmundo.
No porque haya cometido pecado, sino tomó nuestro lugar y cargó nuestro pecado, nuestra lepra.
Y fue el maldito de Dios. Fue “hecho por nosotros maldición”.
Y ahora, como dice R.C. Sproul: “O llevamos la maldición de Dios por nosotros mismos, o huimos hacia aquel que la llevó por nosotros”.
¿Podemos entenderlo? ¿Lo creemos? ¿Lo experimentamos?
Dios tuvo misericordia de nosotros.
Samuel Pérez Millos explica “misericordia”: “Es la solidaridad que parte del amor y de la gracia hacia quien no tiene ningún derecho para ser compadecido” (“Comentario de Mateo”. Pag. 283).
Eramos “inmundos”, pero el Señor salió “fuera del campamento” a buscarnos y tocó nuestra lepra. El amó a estos leprosos.
No teníamos ningún derecho de ser compadecidos por Dios, pero tuvo misericordia de nosotros.
“amor y gracia hacia quien no tiene ningún derecho para ser compadecido”.
Misericordia para estos leprosos sucios.
Luis Rodas
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