Muchas veces me pregunté cómo podía resistir tanta oposición todo el tiempo:
NO TENÍA TIEMPO PARA LA OPINIÓN DE LOS HOMBRES.
ESTABA CONCENTRADO EN LO QUE DECÍA EL PADRE.
La identidad de Jesús no era lo que el mundo decía de él. Su identidad la determinaba el Padre. Todo el mundo y aun la tercera parte de los ángeles podían rebelarse. Pero su identidad era: “soy Hijo de Dios”.
Y no solo eso. Vieran lo que vieran sus ojos humanos, Su Padre había determinado poner todo debajo de sus pies. Así sucedería. ¿Por qué? Porque no dependía de los hombres... sino de Su Padre:
Salmo 110 "Jehová dijo a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
Jehová enviará desde Sion la vara de tu poder;
Domina en medio de tus enemigos.
Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder,
En la hermosura de la santidad.
Desde el seno de la aurora
Tienes tú el rocío de tu juventud.
Juró Jehová, y no se arrepentirá:
Tú eres sacerdote para siempre
Según el orden de Melquisedec.
El Señor está a tu diestra;
Quebrantará a los reyes en el día de su ira.
Juzgará entre las naciones,
Las llenará de cadáveres;
Quebrantará las cabezas en muchas tierras.
Del arroyo beberá en el camino,
Por lo cual levantará la cabeza".
Por lo que no se paró a preguntarle a los hombres.
Los hombres podían odiarlo y aun matarlo, pero Dios lo haría Señor:
Hechos 2:36 "Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo".
El Padre no nos preguntó nuestra opinión: simplemente “lo hizo Señor y Cristo”.
Jesús no tenía duda de quién depende todo el universo:
Juan 19:9-11 "Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Mas Jesús no le dio respuesta.
Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte?
Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene".
Como alguien dijo, tú no puedes hacer a Jesús Señor de tu vida. El es el Señor de tu vida y de todo lo creado. No es por tu opinión o decisión. Algunos doblarán sus rodillas voluntariamente, las rodillas de otros serán quebradas. Pero la Palabra que Dios habló se cumplirá:
Filipenses 2:5-11 "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre".
Esta era la seguridad de Jesús. Vieran lo que vieran sus ojos. Opinara lo que opinara el hombre. Aunque descendiera a “las partes más bajas de la tierra” (Efesios 4:9).
El Padre lo resucitaría aun de los muertos:
Efesios 1:20-23 "la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo".
¡Cuánto podemos aprender de esto!
No soy lo que el diablo dice que soy. No soy lo que el mundo dice que soy. Ni me identifico con lo que el mundo se identifica (lo que tengo, cómo me visto, mi profesión, mi trabajo, fama, aplausos, si hablan bien de mí o inventan las peores atrocidades).
Muchas veces nos la pasamos toda la vida buscando ganar el respeto de los demás.
Si podemos mostrar algo para que nos respeten y valoren estamos contentos y seguros. Si nos menosprecian, nos volvemos inseguros y tratamos de mostrar como sea algo que nos suba a los ojos de los demás.
Jesús NO era así. La opinión del hombre le tenía totalmente sin cuidado:
Juan 2:23-25 "Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía.
Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre".
Le pregunté a Cintia: “¿Quién eres?” Y me respondió: “Cintia”. Pero le dije: “dime algo más de ti”. Me respondió: “Soy hija del pastor Luis”.
Que el Señor nos ayude a ser como niños. Somos hijos.
¿Qué somos? ¿Quiénes somos?
Hijos de Dios. ¿Acaso existe algo más grandioso que eso?:
1 Juan 3:1,2 "Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste".
¿Alguien impedirá lo que Dios quiere hacer a través nuestro? (Romanos 8:28-39).
Mientras los hombres podían pensar de Jesús: “Uyyy... miren ahí está ese supuesto ‘Cordero de Dios’.... un pecador más, bautizándose como un pagano”.
El Padre decía desde los cielos: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17).
Y para Jesús.... para Jesús ERA SUFICIENTE...
Luis Rodas
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